Cómo me han cambiado los años
Tengo una regla fundamental para escribir cualquier reseña: siempre veo la película o serie antes de teclear la primera palabra, sin importar si ya la había visto en el pasado o no. Recuerdo que vi esta producción de Netflix basada en una novela más o menos a finales del 2016; si bien no me pareció una obra maestra, fue lo suficientemente buena como para que se la recomendara a muchos de mis amigos. Sin embargo, ahora que la volví a ver mi experiencia fue algo distinta.
La película en sí es un cliché idealizado sin motivos, rellena con más clichés. Ben (Paul Rudd) el sujeto con un trauma del pasado que no logra superar y que busca la redención en algo externo a él. Trevor (Craig Roberts), el chico con una discapacidad (distrofia muscular de Duchenne) que se encierra en sí mismo, sigue rigurosamente una rutina y tiene un humor negro y sarcástico hasta decir basta. Dot (Selena Gomez), la chica ruda pero de buen corazón, que se sale de casa para perseguir sus sueños en otra ciudad.
No me malentiendas, todo esto lo vi desde la primera vez y aun así me gustó. El humor bien colocado, un desarrollo algo apresurado pero comprensible, y la historia en general están bien. Aquí no hubo cambio al verla por segunda vez.
Más bien lo que cambió fue mi perspectiva y entendimiento de la película. La trama principal no es la de llevar a un chico que está en silla de ruedas a un road trip para ver el agujero más profundo del mundo; la trama principal es presionar para ir más allá de los límites, no detenerte a pesar de los miedos, no conformarte con la cómoda seguridad que uno mismo se crea. Entendí que el protagonista indiscutible es Ben; su proceso para superar aquel trauma y cómo al mismo tiempo huye del pasado ocupándose de cuidar a los demás.
Lo comprendo ya que mi vida se basa en presionar para superar los límites constantemente. Recuerdo que incluso una persona me llegó a decir que la presionaba demasiado para que hiciera cosas fuera de su comodidad; y seguramente fue mi error, pero en verdad estoy acostumbrado a vivir así. Vaya, si escribir esta reseña ya me supone un esfuerzo físico, ahora imagina lo que fue escribir mi libro.
¿Me gustó menos esta vez?
No diría eso. Creo que más bien me impactó menos todo el asunto de la discapacidad, a lo mejor porque ya la había visto. Aun así el personaje de Trevor plasma muy bien esa inseguridad inherente a casi cualquier discapacidad; el miedo de hablarle a una chica, el dar por seguro el rechazo, el querer que algo suceda manipulando la situación en lugar de pedirlo directamente. En este aspecto, y fuera del cliché, me parece un buen acercamiento al interior de la persona, un vistazo a lo que hay más allá de una discapacidad.
Para concluir, ¿es una película recomendable o que valga la pena ver? La respuesta corta es sí. Sin embargo, el cuánto y cómo la disfrutes depende mucho de la situación en la que estés; si lo que te conté no te parece un cliché y estás de buen humor, probablemente te reirás de principio a fin. Por otro lado, si ya conoces esta fórmula, es casi seguro que no te aporte nada nuevo; te reirás en algunas partes, pero ni por asomo marcará significativamente tu vida.