Si nos quitaran lo mas preciado que tenemos en la vida, ¿tendríamos la fuerza para buscar que se haga justicia?
En la penumbra nos presenta a Katja (Diane Kruger) y Nuri (Numan Acar), una pareja de enamorados en el día de su boda, mientras él cumple su condena en prisión. Años después, la pareja se ha alejado de todo lo relacionado con ese pasado, para formar una nueva vida al lado de su pequeño hijo.
Parecen tener una vida perfecta, hasta el día que Katja deja a su familia para salir con una amiga. Al regresar, las patrullas y ambulancias le impiden el paso: Una bomba fue activada cerca del negocio de su marido, lo que cobra la vida de Nuri y su hijo.
La película está dividida en tres partes; y, con la intención de no hacer muchos spoilers, diremos que son los sucesos antes, durante y después del juicio de los acusados.
Esta división tiene un verdadero sentido. No sólo nos damos cuenta por los subtítulos que podemos ver en pantalla, sino que sí se siente como otra parte de la historia. Hay un sentimiento diferente que mueve a la protagonista en cada una de ellas; pero la historia mantiene siempre su ritmo.
Diane Kruger, quien no era particularmente conocida por ser una gran actriz, demuestra por qué ganó a Mejor Actriz en Cannes el año pasado. Nos transmite el dolor por el que pasa su personaje, aún cuando no está llorando o hablando de ello. Unas veces es un dolor casi agonizante; otras es más contenido o callado, pero en todas es creíble. También entendemos las decisiones que toma, y el por qué de éstas.
A fin de cuentas, es el viaje de Katja a través de esta horrible experiencia. Todo lo que pasa lo vemos a través de sus ojos: El peso de la historia está en Kruger y supo manejarlo de una manera increíble.
Aunque el juicio es interesante y lleno de emociones, la película es más que eso. Habla de un problema que está muy presente actualmente: el racismo. Y lo hace en un contexto actual; que, quizás de este lado del mundo no vemos todos los días, pero que existe y es una realidad para mucha gente en Europa.
Pero sin duda, la mejor parte es el final. Es coherente con todo lo que vimos, y nos lleva a preguntarnos: ¿podría hacer yo lo mismo?
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