El Teléfono Negro es una efectiva película de terror con conceptos muy interesantes, aunque su conclusión puede sentirse algo superficial
Una de las razones por las que Stephen King es un escritor de horror tan afamado es porque supo capturar los peligros que acechan detrás de las situaciones más mundanas e inocentes. De ahí que sus obras más famosas, como It, Carrie y Firestarter se centren en barrios suburbanos estadounidenses y sus protagonistas sean en su mayoría personas muy jóvenes.
Su hijo, Joe Hill, también ha sabido capturar ese horror, aunque de una manera más cínica y sanguinaria, y lo que logró con El Teléfono Negro (The Black Phone) es una gran prueba de ello.. Por eso, la cinta inspirada en la novela de Hill puede sentirse como otra cinta sobre una amenaza antinatural que acecha la inocencia de la gente más joven de un condado estadounidense, pero en realidad ofrece una dosis de terror muy cruda en una historia muy intrigante, aunque al final se tropieza con sus propias ambiciones.
La Amenaza a Plena Luz del Día
El Teléfono Negro comienza con la vida de Finney (Mason Thames) y Gwen (Madeleine McGraw), dos hermanos que tienen una vida aparentemente normal: van a la escuela a diario, sobrellevan la muerte de su madre y tratan de evitar el bullying. Sin embargo, la cinta se encarga de que esta normalidad sea sumamente incómoda, ya que pronto descubrimos que ellos viven sumidos en un círculo de violencia del que no tienen más remedio que formar parte y replicar las mismas actitudes.
Y no es sólo por su padre abusivo y alcohólico. La escuela, sus compañeros, las calles que transitan, todo en El Teléfono Negro está definido por la agresión. El director Scott Derrickson se encargó de crear una atmósfera claustrofóbica y muy frustrante desde los primeros momentos del metraje, ya que no hay un momento en el que se sienta que los niños están a salvo, pero no necesariamente por una amenaza sobrenatural, sino porque cada parte de su día a día tiene el potencial de convertirse en una sangrienta batalla.
La cámara de Derrickson no teme mostrarnos a niños involucrados en fuertes escenas de violencia, ya sea perpetradas por adultos o por los mismos niños. La crudeza de sus imágenes hace una cinta muy incómoda, y cómo esto se presenta en los primeros minutos, cuando aparece el villano principal sabemos que no es más que un brutal síntoma de una enfermedad mucho más grande.
Un Villano Muy Familiar
“The Grabber”, el horrible asesino serial que secuestra niños y que es una figura “mística” en el pueblo, se presenta primero como un problema muy lejano. Sí, niños están desapareciendo constantemente en su comunidad, pero realmente a nadie le importa y nadie hace nada, ya que siempre hay temas más importantes qué atender. Y no es que no haya investigaciones, no es que la policía no les esté buscando, simplemente hay una atmósfera de indiferencia muy especial en el pueblo.
Ethan Hawke hace un gran trabajo actoral y logra transmitir un aire muy amenazante con tan solo su lenguaje corporal. Fue una gran decisión hacerlo un asesino eficiente y que sabe lo que hace, ya que las escenas de acción son rápidas, intrigantes y construyen una tensión muy genial. En ningún momento de El Teléfono Negro las partes más aterradoras se sienten reiterativas o gratuitas, y eso crea una atmósfera envolvente cuyo estrés va aumentando conforme avanza la película.
Parte de la razón por la que Derrickson logró esto es porque The Grabber es un espejo de los adultos que vimos en los primeros minutos del filme. A pesar de que él es un asesino, tiene muchas actitudes de una figura parental muy tóxica y a lo largo de la historia nos dejan ver algunas similitudes que guarda con otros adultos alrededor de Finney y Gwen, lo que hace su presencia mucho más aterradora y también muy real.
¿Demasiados Conceptos?
La intención de El Teléfono Negro es justamente denunciar la ineptitud y negligencia de las instituciones y los adultos cuando se trata del cuidado infantil, y durante gran parte de la película manejan el tema con originalidad e intentan explorarlo a profundidad. Por eso, es muy reconfortante ver la camaradería que Finney tiene con su amigo Robin y el cariño que le tiene a Gwen, ya que la cinta también se las arregla para hacernos ver que los niños no son inútiles, entienden lo que pasa y, muchas veces, sus amigos son la única red de apoyo que tienen en realidad.
Sin embargo, al manejar tantos conceptos, la película se tropieza con su propio ritmo y no logra cerrar del todo algunas partes de su trama, como los detalles sobrenaturales. Los poderes de Gwen y las antiguas víctimas de The Grabber, aunque a veces aterrorizantes, sorpresivos y presentados con un impecable diseño de producción, en realidad son sólo una herramienta para avanzar el arco de Finney y, aunque logran momentos muy conmovedores, a ratos sus interacciones se sienten largas y en ocasiones cursis.
Lo mismo ocurre rumbo al final de la película, ya que al intentar cerrar todas las ideas que deja El Teléfono Negro, su conclusión puede sentirse superficial. Aunque eso sí, hasta los últimos minutos la película se encarga de demostrarnos que las instituciones son ineptas y simplemente no saben cómo tratar, o cuidar, de una manera efectiva a las infancias.
Aún así, esta es una gran opción para la gente que busca una historia cruda y dura que se las arregla para tener momentos conmovedores. Además, las escenas de terror son bastante efectivas, de manera que quien busque un momento de tensión en el cine, El Teléfono Negro se lo dará con creces.
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