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El Secreto de sus Ojos

Una maravillosa cinta argentina en la que “justicia” resulta ser una palabra muy ambigua.
El Secreto de sus Ojos
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El Secreto de sus Ojos bien podría ser considerada como un tesoro de la cinematografía latinoamericana, que logra retratar mediante una historia de drama y suspenso, el acontecer de una nación.

Latinoamérica en la década de los 70´s es sinónimo de represión militarizada, injusticias sociales, sabotaje y terrorismo por parte del propio Estado. Argentina, evidentemente, no fue una excepción; pues sufrió al igual que el resto de sus naciones vecinas, un desorden social a manos de su gobierno, provocando una sensación de injusticia que se propagaba entre toda su población. Esto hizo notar su falta de confianza en las instituciones gubernamentales y con ello; un palpable descontento social propagado por las víctimas de un Estado incompetente.

Estrenada en el 2009, El Secreto de sus Ojos es una cinta argentina dirigida por Juan José Campanella. Narra una manera muy particular de buscar justicia; en donde la indiferencia de una institución, se enfrenta ante la honorabilidad de un servidor público; cuya figura contrasta con los corrompidos burócratas del Estado. Entrelazando sentimientos y deseos que enriquecen la historia de principio a fin.

Primeramente habría que establecer la noción del tiempo que se maneja en la cinta; pues de manera recurrente se utiliza el recurso de flashback para narrar los dos momentos de la obra. La cual sitúa al presente en 1999 y el pasado en los turbulentos años de 1974.

Ricardo Darín da vida a Benjamín Espósito, un retirado servidor público que trabajó en un juzgado de la ciudad de Buenos Aires. En búsqueda de una tarea a la cual le dedicara todo su tiempo; decide escribir sobre un acontecimiento que tanta conmoción le causó cuando aún laboraba en el juzgado. Se trata del caso de una joven que fue brutalmente herida antes de ser asesinada en su propio hogar. Cumpliendo con su deber, Benjamín y su colega Pablo Sandoval (Guillermo Francella); se dedican a investigar el suceso que dejó viudo y desconsolado al esposo, con el fin de encontrar a la persona culpable.

Desafortunadamente para el protagonista, además de lidiar con el alcoholismo de su compañero; aun no reúne pruebas suficientes que pueda presentarle a su nueva jefa del departamento llamada Irene (Soledad Villamil); una bella aristócrata de la cual se encuentra enamorado. Conversando con Ricardo Morales (Pablo Rago); el viudo que espera se cumpla la justicia, Benjamín detecta una nueva pista que lo ayudará a encontrar un sospechoso. Seguros de su intuición, ambos investigadores se aventuran en la búsqueda de un individuo; y con base en lo que consiguen de información, determinan que Isidoro Gómez (Javier Godino) es el culpable del homicidio.

Como era de esperarse, y para fines prácticos de un buen desarrollo en la historia; Gómez escapa de la justicia, lo que genera una incesante búsqueda por parte de Benjamín, y en menor medida pero igualmente importante, por parte de Morales, el viudo. Al pasar el tiempo y transcurrir diversos acontecimientos a lo largo de la trama, Benjamín debe permanecer oculto; pues su vida al igual que la de su amada Irene corre peligro. Esto genera un distanciamiento en la relación que ambos habían forjado; destinándolos a una separación que pone a prueba el amor que surgió entre un proletario servidor público y su burguesa jefa de departamento.

Años más tarde, situando la historia en el presente; Benjamín se siente insatisfecho con el avance que lleva en su escrito, pues aun no siente concluida la historia. En su necesidad de cerrar círculos, viaja a la nueva casa de Morales en la que por azares del destino, encuentra el final perfecto para su obra; con lo que da por concluido todo lo relacionado a una joven asesinada y Gómez, el culpable que no pudo evitar la “justicia”.    

 

EN CONCLUSIÓN…

 

El Secreto de sus Ojos bien podría considerarse como un tesoro de la cinematografía latinoamericana. No sólo por una de las mejores interpretaciones que Ricardo Darín ha realizado a lo largo de su carrera; en complicidad de su compañero alcohólico, personificado de espectacular manera por Guillermo Francella. Además, resaltan los trabajos técnicos y estéticos en cada uno de los movimientos de cámara; sin mencionar la música que forma parte fundamental en la conexión que se genera entre la historia y sus protagonistas. Complementado de manera muy sutil, pero efectiva, por el desempeño del director; que  logra retratar mediante una historia de drama y suspenso, el acontecer de una nación en tiempos en los que existían represalias políticas, burocracia y sobre todo indiferencia por parte del Estado; empujando a los ciudadanos a buscar justicia por otros medios.

 

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