En plena navidad, la familia Stahlbaum debe afrontar la pérdida de su madre y esposa, Marie Stahlbaum. Para el padre, el Sr. Stahlbaum (Matthew Macfadyen), no hay motivo para dejar de hacer lo que se espera de ellos e insiste a sus hijos en asistir al baile del viejo Drosselmeyer (Morgan Freeman).
Aunque todos la extrañan, es la pequeña Clara (Mackenzie Foy) quien más resiente la ausencia de su madre; sobre todo cuando le ha dejado un extraño regalo que no tiene manera de abrir a falta de una llave.
Es en el baile de su padrino Drosselmeyer donde Clara encontrará la llave, embarcándose en una aventura donde descubrirá quién era en verdad su madre.
Una nueva visión de un querido clásico
Esta película entra en la moda de los retellings. Es decir, una nueva versión de una historia ya conocida, como fue el caso de Maléfica (Robert Stromberg, 2014). Y aunque me agrada que una productora tan grande como Disney presente estos clásicos a las nuevas generaciones, me parece que son estas audiencias quienes al final salen perdiendo con una película tan débil en muchos puntos.
Empecemos por el guión que, si bien no debe contar la misma historia que el cuento original, sí carece de emoción, e incluso se echa de menos algo de la oscuridad del cuento de E. T. A. Hoffman. La historia resulta ser bastante predecible y ni siquiera se justifica con una gran enseñanza al final. Se supone que la hay, pero el impacto que tiene es mínimo.
Diseño de arte digno de una gran producción
En cuanto a las actuaciones, Helen Mirren como Mother Ginger es un gran desperdicio. Da la impresión de que en ella recaía gran parte de la moraleja, pero no lo vemos en pantalla. Keira Knightley, sin estar en su mejor papel, da una agradable sorpresa con su voz aguda y sus movimientos de frágil hada.
Aunque creo que seré minoría en este caso, debo decir que ni la protagonista, ni el joven Jayden Fowora-Knight como El Cascanueces me terminaron de convencer. Desde que se conocen hasta que se despiden, su relación se siente fría y sin química. Individualmente, tampoco creo que alguno haya hecho brillar a su personaje.
A pesar de todo, debo destacar el trabajo de arte. Desde los sets hasta los vestuarios, cada detalle te transporta al mundo de los cuatro reinos. También el trabajo que se hace cuando están en Londres es hermoso. Me alegra, por último, que hayan hecho espacio para incluir tanto parte del ballet como de la música de la puesta en escena de Tchaikovsky, que recibe poco tiempo en pantalla, pero sí destaca y se aprecia el poder verlo.
¿A ustedes les gustó este clásico? ¿Les agradan estas nuevas versiones de Disney? Dejen su opinión en los comentarios.