Eighth Grade

No importa la edad que tengas, será imposible no sentirse identificado con esta cinta.

La adolescencia, esa etapa importante en la vida del ser humano donde pasamos por todo tipo de cambios que a Hollywood le encanta retratar. Eighth grade, sin ser la película más innovadora, destaca en su sencillez y nos trae un vistazo fresco a un período que a nadie le es ajeno.

Eighth grade nos cuenta la historia de Kayla Day (Elsie Fisher), una chica tímida e insegura que está cursando la última semana de su octavo grado. La llegada a ese lugar conocido como High School está más cerca de lo que ella quisiera. (En México sería el equivalente al último año de secundaria, antes de empezar la preparatoria).

The struggle is real

Aunque todos tenemos una cinta preferida que nos recuerda esos años incómodos, era difícil identificarse con protagonistas que eran bonitas, o cool, y que tenían algún talento que hacia que todos las voltearan a ver. Si hay algo que le aplaudo a Eighth Grade, entre otras cosas, es que sea una adolescente quien interprete a la adolescente que vemos en pantalla. Suena tonto, pero es casi una ley que sean actores de más edad quienes tomen estos papeles. Aquí podemos ver a una chica de 14 años, con acné y un cuerpo aún en desarrollo.

 

Al mismo tiempo, ella no quiere comerse al mundo. En la fiesta de la chica popular, pasarla bien sería mucho pedir. Más bien quiere pasar desapercibida a toda costa. Esas cosas suenan ridículas cuando las ves en retrospectiva, pero en ese momento puedes jurar que tu vida dependía de ello.

Acompañamos a Kayla solo unos días, pero están llenos de dudas, sorpresas y primeras veces. Sentimos cada momento como si lo estuviéramos viviendo nosotros. Todo esto le da a la cinta una vulnerabilidad única y con la que es fácil identificarse.

But first, let me take a selfie

Este tipo de historias suelen contarse cuando el protagonista está a punto de entrar a la universidad y, socialmente, convertirse en un adulto. Pero creo entender por qué Bo Burnham, el director, decidió enfocarse unos años antes de esos sucesos: por el uso que los adolescentes hacen de la tecnología.

Kayla tiene un canal de Youtube, le gusta tomarse selfies, pasa gran parte de su día revisando redes sociales. Es decir, es una adolescente como cualquiera hoy en día. Y me gusta verlo en pantalla. Porque aunque es normal en nuestra vida, no es tan común verlo representado en el cine.

Eighth grade no sólo se limita a retratarlo. Si conocemos a Kayla, es por cómo habla a través de sus videos. Allí muestra una imagen muy diferente a la Kayla de la vida real. En pantalla es todo lo que quisiera ser. Puede ser segura, divertida y aconsejar gente, aunque sea ella quien más necesite esos consejos.

Los adolescentes no han cambiado tanto, pero sí lo ha hecho su entorno. Son las mismas preocupaciones que hace veinte años, pero ahora tienen otras herramientas a la mano.

Elsie Fisher como Kayla se muestra muy natural, y Josh Hamilton, como su confundido pero amoroso padre, no se queda atrás. Sin tener un tono cursi, desarrollan una relación adorable y creíble a la vez.

Bo Burnham entrega una obra con mucho carisma en Eighth grade. Es una pena que no tenga la suficiente distribución, pero merece que hagan un esfuerzo por buscarla.