En septiembre se estrenará la película de Downton Abbey, un hecho que seguro ilumina los corazones de quienes nos enamoramos de este drama de época que nos llevó a adentrarnos en un enorme castillo con alma propia, habitado y cultivado tanto por aristócratas como por sirvientes.
Esta producción de la ITV en Gran Bretaña parece un cuento de hadas, por la presentación ostentosa de los lujos y modales de gente elegante en la alucinante country house llamada Downton Abbey. Imposible no asombrarse con la pulcritud de las vestimentas, el acento británico y pieles lisas como las nubes de ensueño que rodean el cielo en Yorkshire.
Romance a lo Downton
La trama de esta serie rodea a la familia Crawley, formada por padre y madre más tres bellas hijas, que buscan un buen matrimonio con alguien que provenga de una noble estirpe.
Lady Mary encabeza el trío de hermanas que son muy distintas entre sí, con una Lady Edith que es quizás la más recatada y Lady Sybil que es la más rebelde. Mary es quien hace gala de sus genes británicos y en todo momento posee esa distinguida ironía, por lo cual no le sale fácil a ningún pretendiente poder tener la conexión deseada con ella.
Pero el amor no solo fluye en las hijas Crawley, el matrimonio cabecilla es un delicado postre británico acompañado con té de las 5. El amor de Cora, Condesa de Grantham, y Robert, Vizconde de Downton, transmite una química tan buena como pocas veces se ve en la televisión.
Por la época, obviamente (y desgraciadamente), en Downton Abbey se impone muchas veces la voz del varón; pero la sutileza y gracia de una astuta y delicada dama logra voltear las situaciones para persuadir a su esposo de que tome la vía correcta.
Y si nos vamos a los aposentos de abajo, fluye mucho amor e historias curiosas entre los sirvientes; quienes, a pesar de no contar con la misma clase que los de arriba, sí que saben reparar en decoro cuando la situación lo amerita. No siempre, y por ello, los exabruptos aquí son tan interesantes y cómicos.
Humor británico
El guión de Downton Abbey es uno de sus mayores fuertes. Los parlamentos son una melodía fina que penetrará en tus oídos para reposar y ver el atardecer. Sobre todo, relucen los comentarios sagaces de una brillante Condesa Violet, interpretada por la inigualable Maggie Smith. Su mirada, lenguaje corporal y modales son sumamente especiales.
Aunque siendo esto un drama británico de época, obviamente que el estilo de humor aparece en diferentes instancias. Puede ser con comentarios ácidos de Lady Mary, o cuando Carson —el mayordomo y jefe de los demás empleados— hace un regaño sutil a algunos de sus súbditos.
Difícilmente encontraremos un personaje que no tenga más de alguna línea con esa ironía servida en bandeja de plata.
Inesperada tristeza
Algo que en definitiva a mí me sorprendió muchísimo de esta serie es que no escatima en sus recursos dramáticos. A veces quizás hasta más de la cuenta, perdiendo en algunas temporadas cierta consistencia. Eso sí, la calidad se mantiene en términos muy aceptables casi todo el tiempo.
No estamos ante un Game Of Thrones, pero sí que Downton Abbey tiene unas sorpresas crudas que te calan en el corazón.
La narrativa puede tener tintes coloridos, brillantes y de júbilo; y luego cambiar a una tonalidad más grisácea, desalmada y espesa como el famoso clima que siempre ha caracterizado esta zona del mundo.
Acontecimientos históricos
Durante la época en que se llevan a cabo las temporadas (1912-1926), hay muchos hechos históricos que trastocan el estilo de vida de los aristócratas, así como de la servidumbre.
Las estelas de la guerra, los cambios para la participación de las mujeres, los problemas económicos y algunas manifestaciones por derechos laborales no son temas ajenos a Downton Abbey; que no hace alarde de levantar banderas, pero sí de hacer señalamientos o, por qué no, hasta contrastes con la sociedad actual.
Estética y producción
La manera en que la cámara pasea por aquellas escaleras imponentes o por los pasillos de abajo del castillo, más la belleza e iluminación que da una sensación de ensueño en cada toma; todo esto dota a Downton Abbey de una verdadera belleza audiovisual que cualquier cinéfilo disfruta de principio a fin.
Tienen que verla
Hay que darle una oportunidad a Downton Abbey si buscan algo muy distinto a lo que habitualmente encontramos en la televisión. Aquí no hay reinos luchando ni dragones; tampoco hay superhéroes salvando el día; lo que encuentran es una familia de clase muy alta de una Inglaterra en las postrimerías de la época eduardiana, un vistazo a una vida que resulta tan inverosímil como atractiva.