Amy Adams hace una gran interpretación como Giselle, pero eso no salva a Desencantada de ser una película aburrida e innecesaria
Cuando se estrenó Enchanted (Encantada) en 2007, el mundo comenzaba a tener una relación muy particular con las princesas de Disney. Las historias sobre una damisela inocente que sueña con el amor ideal mientras tenía que enfrentar peligros como ser envenenada o secuestrada ya no tenían el mismo impacto y cada vez se veían como historias anacrónicas.
Y entonces llegó Giselle (Amy Adams), una princesa literalmente sacada de un universo de cuento de hadas que por azares del destino termina en Nueva York. Ahí, descubre que el amor, las relaciones y en general la vida no es como la pintan.
Su estreno no fue poca cosa. La cinta recaudó 340 millones de dólares a nivel mundial y fue uno de los papeles que posicionó a Amy Adams como la gran actriz que es ahora. Y con números musicales que se volvieron icónicos y una historia autocontenida en su discurso e historia, la cinta poco a poco permeó en el inconsciente colectivo y marcó una nueva era para las princesas. Sin Giselle, simplemente no tendríamos personajes como Elsa de Frozen, Rapunzel de Tangled o bromas como las que vimos en Ralph Breaks The Internet.
Por eso, desde que se anunció la secuela se sentía como una producción innecesaria. Y a pesar de que Desencantada presenta una historia decente, su mayor pecado fue no tener la ambición que ameritaba el legado de la cinta original y quedarse como una simple película para televisión que se siente más como una de las mejores producciones de Hallmark Channel.
¿En qué es diferente Desencantada?
La cinta nos muestra la vida de Giselle y Robert (Patrick Dempsey) años después de haberse casado. Ahora tienen una hija pequeña, y Morgan (Gabriella Baldacchino) ya es una adolescente que comienza a alejarse del optimismo ingenuo e inocente de su madrastra.
El tiempo y las necesidades los obligan a dejar Nueva York y llegar a Monroeville, un pequeño suburbio. Ahí, realmente nadie es feliz: Robert tiene que viajar todos los días al trabajo, su casa está en ruinas y Morgan se siente alienada e incómoda. La única que busca mantener una actitud positiva es Giselle, pero desesperada porque los planes no salen como quiere, decide pedir un deseo que convierte a todo el pueblo en una versión de Andalasia para poder vivir todos los días su final feliz.
La moraleja central de Encantada era que uno podía encontrar el amor verdadero y tener su “vivieron felices para siempre” aunque las condiciones no sean óptimas, teniendo una perspectiva más sana sobre las relaciones y las expectativas alrededor del amor. Esa era una propuesta innovadora que dio pie a burlarse de las historias de princesas que todo el mundo conoce de memoria.
Desencantada también tiene una propuesta sobre las historias de fantasía: ¿qué significa realmente un final feliz? Y la premisa es interesante, ya que asegura que no puede existir un final así como tal. El mundo cambia, la gente cambia, siempre habrá problemas qué resolver. Y la cinta busca explorar cómo, si realmente existiera la idea de un “final feliz”, eso exigiría que la gente adopte roles específicos para toda su vida, aunque realmente sean dañinos para las personas a su alrededor o no se adecúen a quienes son en verdad.
La Película de Amy Adams, Para Amy Adams
Mientras que Encantada presenta algo realmente innovador, Desencantada toma la misma idea de WandaVision: una mujer que somete a un pueblo a una maldición mágica para cumplir sus fantasías) y Amy Adams hace un trabajo genial como Giselle. Como los cuentos de hadas exigen que las madrastras sean malvadas, verla transicionar entre la jovial personalidad que conocemos del personaje en una versión malvada es simplemente genial.
Amy Adams lleva la película por completo, e incluso es interesante ver al principio cómo una parte de ella coquetea con la maldad y poder que su nuevo deseo le da, pero que su parte más noble rechaza por completo.
También lo es su rivalidad con Malvina Monroe (Maya Rudolph) La “Queen B” de Monroeville que se convierte en la reina malvada cuando Giselle pide su deseo. Es divertido ver cómo crece la tensión entre ellas y cómo sus historias se van cruzando a medida que la maldición avanza y amenaza con quedarse así para siempre.
También estelarizan uno de los mejores números musicales de la cinta, y es ahí donde vemos la mayor cantidad de easter-eggs, referencias y burlas a los cuentos de princesas. Pero en general, la cinta es menos graciosa y más solemne, ya que intentan explorar la crisis de Giselle, pero nunca lo hacen a profundidad en realidad.
¿Y No ofrece nada más?
Más allá de ver a Amy Adams coquetear con la maldad, realmente nadie tiene agencia o desarrollo en la historia. Robert (Patrick Dempsey) queda en un lugar interesante: una vez que Giselle pide su deseo se convierte en el valiente príncipe que debe salvar al mundo de diferentes amenazas, aunque eso no le queda bien. Pero sus momentos son desangelados, cortos y no tiene mayor presencia en la cinta.
Lo mismo pasa con el personaje de Morgan, a quien nos presentan como el eje moral de la historia, ya que realmente nunca la conocemos además de ser una adolescente chocante y luego una hijastra inocente.
Andalasia también queda relegada a momentos pequeños, que se vuelven efectivos gracias a la increíble voz de Idina Menzel, pero que tampoco logran capturar el estilo y fluidez de animación que hizo destacar a la primera película.
Entonces, Desencantada se sostiene por la gran actuación de Adams, que da pie a momentos curiosos, porque también tiene canciones pegadizas e intenta comentar algo sobre la filosofía de Disney. Sin embargo, no logra destacar por sí misma ni ofrecer algo realmente nuevo como su antecesora, por lo que quedará relegada a ser una secuela más que seguramente se olvidará muy pronto.
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