Noche sin Paz toma lo más visceral de las fiestas decembrinas y lo transforma en un espectáculo de caos y violencia que promete convertirse en un clásico de la temporada.
Curiosamente, la violencia, el gore y las fiestas navideñas no son completamente ajenos entre sí. Una temporada diseñada para traer amor, luz, regalos y felicidad, ha sido constantemente objeto de historias repletas de sangre, disparos, y hasta terror, construyendo de cierta manera su propio nicho dentro del cine.
No es de extrañarse entonces que películas como Home Alone, Die Hard, Krampus y ¿por qué no? hasta musicales como Anna and the Apocalypse, se hayan convertido en clásicos de la temporada, no sólo por sus temáticas que satirizan a la felicidad navideña, sino por ser un respiro de la empalagosa atmósfera de tales fechas.
Ahora es turno de Violent Night, —Noche sin Paz para Latinoamérica—, la cual ofrece una visión fresca, compleja y muy divertida de uno de los íconos más importantes de la navidad: Santa Claus.
Convertir al mito en leyenda
Sin duda alguna, la virtud más grande de Noche sin Paz está en su protagonista: un Santa Claus harto de cómo han cambiado las Navidades y quien ha perdido la fe en la humanidad casi por completo.
David Harbour se adueña por completo del personaje, reestructurando junto al director Tommy Wirkola tanto los orígenes de Santa como su propósito actual.
Si bien, la idea de un Santa Claus con un pasado y personalidad mucho más rudos no es algo precisamente nuevo —siendo la referencia más directa la versión del personaje en la animación El Origen de los Guardianes—, sí es la primera vez en que los elementos más violentos del mismo empatan directamente con el lado místico de Santa.
Pues Noche sin Paz no depende completamente de elementos mundanos para construir su acción, sino que lo hace a través de cosas navideñas, magia y elementos fantásticos que el mismo Santa Claus guarda en su costal, que hacen únicas tanto a sus secuencias de pelea como a gran parte de su historia y que, aunque pretende burlarse de las cosas más absurdas de la navidad, no deja de construir sobre la ilusión por su protagonista.
Asimismo, es interesante que aunque asqueado de la Navidad, Wirkola no haya creado a un Santa Claus completamente odioso o perdido, sino rescatando la sensibilidad por la que decidió a entregar regalos a los niños del mundo en primer lugar y también ofreciendo un vistazo a la faceta más bélica en el inexplorado pasado de San Nicolás.
¿Ideas para la cena familiar?
Retomando sus escenas de pelea y acción, Noche sin Paz hace un gran trabajo al traducir la Navidad para llevarla a todas y cada una de ellas, dejando a la mano de sus protagonistas un montón de elementos que se convierten en potenciales armas homicidas.
Es en esta parte donde explota al máximo la creatividad e imaginación de sus guionistas y equipo de producción, quienes además terminan por construir cada secuencia a través de música y otros elementos que sin duda, transforman a varias de sus escenas en referentes para películas futuras.
Tal energía se lleva también a las motivaciones de sus personajes, quienes no eligen a la festividad por mera casualidad, sino que llegan a causar estragos por sus propios pendientes con la fecha y con Santa Claus mismo.
El espíritu navideño permea cada asesinato, degollación, mutilación y explosión, en un espectáculo de caos que se vuelve realmente divertido y muy atractivo de ver.
No todo es tan mágico
Aunque entretenida, Noche sin Paz sí llega a quedarse corta en varios aspectos. Para empezar, busca presentar a una familia llena de conflicto y problemas que los hacen moralmente muy ambiguos, idea que por sí misma es buena, pero que en ejecución flaquea terriblemente.
Si bien la familia Lightstone no tiene que ser agradables, es difícil empatizar en lo más mínimo con ella, por lo que a pesar de ser “las víctimas” de los mercenarios, la audiencia nunca llega a preocuparse por su destino.
Y es que ellos y sus defectos están tan caricaturizados a través del guión, que más que plantearse como una familia nueva y original, parecieran ser una parodia de la familia Thrombey, cuyos miembros protagonizaron la cinta Knives Out de Rian Johnson, pero sin la profundidad, ni algo verdaderamente distintivo.
Por otro lado, aunque sus villanos están mejor detallados, también tienden a caer en visiones demasiado estereotípicas para el género; por lo que resulta imposible no hacer comparaciones inmediatas de sus situaciones con las de personajes como Harry y Marv de Home Alone.
Ahí también pierde una gran oportunidad: ya que en su búsqueda por hacer que Noche sin Paz homenajee a la cinta protagonizada por Macaulay Culkin, le quita picardía a su joven heroína, Trudy (Leah Brady), quien inspira sus trampas en la película de 1990.
Ahora, aunque la mancuerna de Trudy y Santa Claus funciona bastante bien, algunas decisiones respecto al guión y su estructura tienden a quebrar un ambiente que la película ha construido en los minutos previos. Es decir, uego de abordarse como una historia repleta de acción, sangre y violencia, la película tiende a girar sin previo aviso a una escena mucho más emotiva, profunda y hasta dulce, lo que al principio resulta encantador pero que después denota la dificultad de su director para hacer que ambos estilos empaten dentro de la misma historia.
Más allá de eso, Noche Sin Paz cumple su objetivo con creces: reconstruir la mitología de Santa Claus a través de una sangrienta historia navideña que no se olvida de la magia, y que promete convertirse en un clásico de la temporada.