Hollywood ha sido, durante más de un siglo, el espacio donde se han moldeado nuestras ideas sobre el futuro y la tecnología. Desde los primeros días del cine, las máquinas, los robots y la inteligencia artificial (IA) han sido representados tanto como amenazas como aliados.
Sin embargo, en las últimas décadas, el enfoque ha cambiado, pasando de una representación distópica y monstruosa a una más matizada, que explora la moralidad, la empatía y la humanidad de estos sistemas avanzados. Esta evolución culmina en el fascinante giro que nos ofrece Companion (Compañera Perfecta), dirigida por Drew Hancock, una película que profundiza en la relación entre humanos y androides, transformando uno de los tropos más conocidos del cine de terror.
Companion nos presenta a Iris (interpretada por Sophie Thatcher), una mujer-robot creada para ser la pareja perfecta de Josh (Jack Quaid), un hombre que, como muchos otros en la era contemporánea, busca una relación sin las complicaciones emocionales que a menudo conlleva la interacción humana. Iris, por su parte, es una creación diseñada no solo para complacer a su dueño, sino para experimentar una forma de amor incondicional hacia él. La premisa parece sacada de una distopía, pero la película se adentra en terrenos complejos al explorar las implicaciones éticas y emocionales de tener una IA con capacidad de adaptación y crecimiento emocional.
Así, se convierte en una exploración perfecta sobre uno de los temas más apremiantes de la actualidad. Y en Fuera de Foco, tuvimos la oportunidad de platicar con el director Drew Hancock, Jack Quaid y Sophie Thatcher sobre cómo Compañera Perfecta puede pasar a la historia como una de las cintas más relevantes de esta era hiper digitalizada.

Compañera Perfecta es una disertación sobre la AI
Lo que hace que esta película sea tan intrigante es cómo subvierte un tema que Hollywood ha tratado una y otra vez: la figura de la «chica final». En lugar de ser una víctima indefensa, Iris se convierte en un agente autónomo de su propia supervivencia. Compañera Perfecta plantea preguntas cruciales sobre la naturaleza de la humanidad, la manipulación de las emociones a través de la tecnología y hasta qué punto una IA puede tener derecho a la autonomía. La película se apoya en una historia sencilla pero cargada de giros, donde el terror se despliega de manera inesperada cuando las decisiones éticamente cuestionables de Josh desencadenan una serie de eventos que ponen en peligro a todos los involucrados.
Y Compañera Perfecta, de cierta manera, lo logra gracias a la fisicalidad que le impregna Sophie Thatcher a su personaje, cosa que fue un reto para ella.”Creo que tienen esa rareza en la que no puedes pensar mucho. Pero se trata de enfocarse en la fisicalidad, suelo ser muy suelta en mi actuación, en mi movimiento. Pero en esta me encontré mucho más quieta” comentó la actriz, quien aseguró que eso lo mezcló con “una suavidad en mi voz que no tengo siempre” para dar una sensación de control que no es humana.
Esta sutileza en su interpretación resalta la tensión entre lo artificial y lo humano que atraviesa el personaje de Iris, quien, a pesar de ser una creación, refleja más humanidad que los propios humanos de la historia. A lo largo de la película, es imposible no simpatizar con ella, lo que pone en evidencia el reto moral de la película: ¿deberíamos juzgar a una IA por su programación o por sus acciones autónomas?
Por otro lado, Jack Quaid, añade otra capa compleja a la discusión sobre la ética de las IA. Durante la entrevista, Quaid describe a su personaje como alguien que nunca ha escuchado que le digan «te amo», lo que lo convierte en una figura insegura que, a pesar de su comportamiento cruel, se convierte en un personaje comprensible, incluso empático. «Es el personaje más inseguro que he interpretado, y por eso le tuve empatía», comenta el actor. “pero ya que lo saqué de mi sistema, puedo decir: jódete Josh. Apestas”.
Esto, sin duda, eleva el dilema que plantea Compañera Perfecta sobre el amor y la manipulación emocional. Josh es un hombre que utiliza la tecnología para satisfacer sus necesidades más egoístas, pero es incapaz de enfrentar las consecuencias de sus actos. En este sentido, la inteligencia artificial de Iris se convierte en el espejo de los defectos humanos, planteando la pregunta: ¿es la IA menos «humana» que quienes la utilizan?

Compañera Perfecta usa el horror como vehículo
Drew Hancock, el director de Compañera Perfecta, explicó que la idea de la película surgió de su deseo de escribir algo que reflejara su amor por el género de terror, pero con un giro que pusiera en cuestión las relaciones humanas. La historia de Iris y Josh, según Hancock, surgió como un reflejo de sus necesidades como artista. «Yo no puedo contar una historia convencional sobre una relación. Necesito un robot. Necesito un asesino serial, necesito un fantasma o algo así para emocionarme», dice el director, revelando cómo la mezcla de géneros y la exploración de lo grotesco permite que Compañera Perfecta funcione tanto como un thriller psicológico como una reflexión sobre el futuro de la tecnología.
Compañera Perfecta no solo pone en evidencia las fallas de los seres humanos, sino que también cuestiona la moralidad de quienes se sienten con el derecho de crear seres artificiales a su medida. El dilema de si las IA deben tener derechos humanos o si son simplemente herramientas para el placer humano es una cuestión que, a pesar de los avances en la ciencia ficción, sigue siendo una incógnita en nuestra realidad. En Compañera Perfecta, la IA no es el villano clásico que Hollywood ha ofrecido en películas como Terminator o Ex Machina, sino una víctima que se rebela contra su programación para tomar control de su destino, convirtiéndose en la verdadera «chica final» de la historia.
La evolución de la inteligencia artificial en el cine de Hollywood ha recorrido un largo camino desde sus representaciones iniciales como monstruos temibles hasta su actual exploración como entidades complejas que invitan a la reflexión. Compañera Perfecta representa una culminación de esta transición, presentando una IA que no solo se enfrenta a los dilemas éticos de la creación, sino que también refleja las inseguridades y los conflictos más profundos de los propios humanos. A través de sus giros narrativos, sus personajes multifacéticos y su tratamiento de la IA como un ente con agencia, la película no solo genera tensión, sino que también nos invita a cuestionar nuestra relación con la tecnología en un mundo cada vez más digitalizado.
