Orson Welles en Citizen Kane consolidaría los terremotos cinematográficos a la vez que definiría la manera de narrar el séptimo arte para los años venideros.
El talento de Orson Welles es indiscutible. A sus apenas 25 años ya había conquistado tanto la escena teatral como radiofónica. Sus capacidades, necesidades creativas y background hacían que el siguiente paso fuera obvio: los ojos del estadounidense estaban puestos en la realización cinematográfica.
Así Welles, dirigiría en 1941 su ópera prima: Citizen Kane y tal como ocurrió en el pasado en las otras áreas donde había laborado, su incursión en el mundo del séptimo arte significaría un antes y después para la historia fílmica.
Tras el significado de Rosebud
Para entender el legado del susodicho filme primeramente tenemos que conocer la historia que existe en torno a ella: el relato gira en torno a la figura de Kane, un magnate estadounidense que acaba de fallecer y al cual iremos conociendo mediante una investigación realizada por el periodista Jerry Thompson, quien posee un particular interés en descubrir el significado de las últimas palabras pronunciadas por el protagonista: Rosebud.
Mediante testimonios recabados en las entrevistas y brindados por personas allegadas al personaje sobre el cual se centra el relato, la película reconstruirá la vida del mismo: su infancia, ascenso, glorias y decadencia personal.
Alrededor de la cinta hay diversas anécdotas que son importantes de mencionar, y la primera de ellas se suscita bajo la figura del magnate de la prensa William Randolph Hearst, quien se sintió aludido al conocer sobre lo que se retrataba en la obra de Welles, pues ambas vivencias contaban con diversas similitudes: la posesión de un medio impreso amarillista, la utilización del mismo como plataforma para “lanzar” la carrera artística de su segunda esposa y claro, la problemática vida -fuera de lo monetario- que enfrentan ambos.
Frente a dichos parecidos, Hearst intentó boicotear el largometraje mediante acusaciones en la prensa escrita donde inclusive se le acusó a Welles de comunista -razón por la que en años posteriores provocaría el auto exilio del artista en medio de la cacería de brujas experimentada en Estados Unidos-, el objetivo era evitar que se distribuyese o la RKO -quien producía el filme- cancelara su realización.
Tal finalidad se cumplió hasta cierto punto, pues la película tardó dos meses y medio más de lo planeado en estrenarse y tampoco se trató de un éxito en taquilla.
A pesar de todas la similitudes que podrían señalar una conexión entre ambas personalidades, lo más probable es que el tema se hiciera más grande como una exageración del mismo magnate, pues al tratarse de una ficción Kane quizá es la suma de diversas experiencias y figuras, donde inclusive contemporáneos como Joseph Pulitzer o el ‘Napoleón de la Prensa’: Alfred Harmsworth, hayan influenciado lo representado.
Dicho esto, hay otro elemento que podría conectar las historias y a la vez introduce a la ecuación el nombre de Herman J. Mankiewicz, quien era conocido como un bebedor y adicto al juego, por lo que era común verlo en las fiestas que organizaba Hearst en Hollywood.
En un texto publicado en 1971 bajo el nombre Raising Kane, la afamada crítica cinematográfica Pauline Kael, publica una investigación donde afirma que la participación de Welles en la redacción del guión de Citizen Kane fue nula, y tal escrito fue resultado de Herman, quien durante su estancia en un centro de rehabilitación alcohólica dio vida a la historia del filme. Pero bueno, sobre esto conversaremos en unos días cuando se estrene Mank, la más reciente película de David Fincher y la cual será estrenada en Netflix.
Consolidando y definendo la narrativa cinematográfica
Para el crítico Erick Estrada la historia del séptimo arte se define por los terremotos cinematográficos, es decir las corrientes artísticas que marcan un antes y después en la forma de narrar. Bueno, cuando se suele hablar de Citizen Kane se le cataloga como una de las mejores películas hechas porque precisamente simbolizó esto último.
Concuerdo con dicha tesis, sin embargo se debe puntualizar que lo hecho por Welles en su ópera prima no se trata de una innovación propia, sino la conjunción de muchas voces, ideas y técnicas que le presidieron. Eso en vez de restar importancia o dificultad, le añade estas mismas características a lo logrado, pues para llevarlo a cabo era necesaria una plena atención a los detalles, conocimiento y creatividad.
Primeramente hablemos del ya mencionado guión a cargo de Mankiewicz, quien compuso una narrativa sustentada en los principios básicos de la tragedia pero que se alejaba de la ordinaria evolución lineal, pues no sólo comienza con el final de su protagonista, sino que en el trayecto juega constantemente con el intercambio de tiempos entre pasado y presente. A la vez que brinda uno de los mejores ejemplos de McGuffin en la palabra Rosebud, pues es el elemento que permite avanzar y se encuentra presente dura toda la trama.
Cabe aclarar que esto no se trata de una invención realizada por su autor, pues existía en la literatura y en el cine D.W. Griffith -si el de Nacimiento de una Nación- había intentado algo similar en 1916 a través de su filme Intolerancia, sin embargo allí sólo seintercalaban cuatros historias que avanzaban bajo la misma temporalidad.
En lo propio a la fotografía Welles explotó todo lo referente al montaje interno y lo hizo en dos sentidos: el primero se fundamenta sobre la profundidad de campo, técnica lograda por la cámara al mando de Gregg Toland y que ya había empleado en anteriores filmes, sin embargo el encuadre propuesto por la dirección de Orson la aprovecha al máximo pues cada escena es capaz de narrar tres perspectivas distintas sobre una misma historia.
Para ejemplo el instante donde la madre acepta dar en adopción a su hijo, elemento que ocurre en el primer plano, mientras en el segundo se encuentra el padre renegando de la decisión, y en un tercero podemos apreciar a Kane jugando tranquilo con el desconocimiento de lo determinado.
En un segundo lugar, el lente juega constantemente con sus movimientos y angulaciones, al punto que a partir de un simple traveling nos describe todo sobre un/a personaje. Como modelo de esto podemos observar la presentación de Susan, donde la cámara comienza con la foto iluminada de una mujer, mientras avanza observamos el letrero de un club que anuncia un show de canto y finalmente termina con un plano picado donde la miramos derrumbada sobre una mesa.
Además de esto, la influencia del expresionismo alemán esta clara: el juego de sombras y luces como reflejo del debate entre el bien y mal en sus personajes.
Bajo la misma línea, se encuentra presente la escuela soviética y la teoría de Eisenstein sobre el montaje externo, la cual se ve representada en diversas secuencias que otorgan dinamismo al relato ya que esculpen el tiempo de manera en que períodos prolongados se vean resumidos en segundos, como sucede en los instantes donde las imágenes de los periódicos que critican la interpretación de Susan, se yuxtaponen con las presentaciones de la misma, el rostro de Kane y como paulatinamente la situación se degrada.
También para dar vida a los grandes escenarios donde se desarrolla la cinta y como gran obsesionado del audio tras su pasado en la radio, muchas escenas requirieron una mezcla de sonidos y diálogos que no era comunes para la época.
El origen de la narrativa contemporánea
Al reunir en un sólo largometraje lo mejor de todas la vanguardias, Citizen Kane se convirtió en la “inventora de cine moderno”, tal y como lo mencionó el escritor argentino Jorge Luis Borges en su texto titulado Un Film Abrumador para la revista Sur en 1941. ¡Y vaya que tenía razón!
Quizá ante los ojos contemporáneos, lo visto en la obra de Welles nos pudiera parecer ordinario en términos de su estructura narrativa, porque literalmente fue la que marcaría pauta a la hora de contar una historia -aunque han sido muy pocos/as las/os que han compuesto una película que roce la perfección como lo hace este filme-.
Si observan cronológicamente la evolución del cine desde la presentación del primer documental filmado por los Lumière, apreciaran aún más este cambio de paradigma que representó la susodicha ópera prima de Orson Welles. Prácticamente muchos de los relatos que conocemos hoy en día beben -en parte- de tal trabajo: háblese sobre el juego temporal en Pulp Fiction, la tensión generada por el montaje interno en Shiva Baby, las secuencias frenéticas en Baby Driver y un largo etc.
Curiosamente y en parte generado por las complicaciones en torno a las que se vio envuelta, la película no tuvo gran impacto en su época, no sólo le fue mal en taquilla sino también fue ignorada por el gremio: obtuvo 9 nominaciones a los premios Óscar pero únicamente ganó a Mejor Guión.
Sin embargo, por todo lo expuesto el tiempo le ha brindado el lugar que merece, al ser considerada como una de las mejores películas de la historia.