Catch Me If You Can

Basada en un hecho real, se cuenta la vida de un adolescente estafador, bajo la muy peculiar y característica mirada del genio Spielberg.

Atrápame Si Puedes, es una obra que posee el más característico y peculiar sello Spielbergriano, donde sus personajes, no importando la clase de problemas en los que se encuentran, siempre terminan con un final feliz.

Pocos directores de la contemporaneidad pudieron afianzarse como un éxito en taquilla garantizado. La única diferencia entre ellos, es por cuantos millones se rebasa la cifra esperada de recaudación de los films. Pero si hay alguien a quien gustosamente se le puede atribuir el sobrenombre de Rey Midas dentro del ámbito cinematográfico, entendiendo esto no por la calidad y trascendencia de las películas; sino por los millones de dólares recaudados en salas de cine, es a Steven Spielberg. Sin lugar a dudas, el oriundo de Ohio, es el rostro más importante y de mayor peso de los más recientes años dentro de Hollywood. Pues su tremenda capacidad destaca principalmente, por ser el que más rápidamente entendió cómo funciona la industria cinematográfica estadounidense; apropiándose de sellos característicos y películas que poseen una formula garantizada para el éxito taquillero.

Estrenada en el año 2002, Catch Me If You Can, conocida al español como Atrápame si Puedes; es una cinta basada en la vida de  Frank Abagnale Jr, escrita por Jeff Nathanson, y dirigida por Steven Spielberg. Dicho filme aborda la vida de un jovencito que huye de su casa al divorciarse sus padres. Para sobrevivir, el joven se vuelve un estafador de cheques, y posteriormente finge ejercer otras profesiones con tal de salirse de la suya; todo esto, mientras un agente del FBI le sigue muy de cerca sus pasos.

Leonardo DiCaprio da vida a Frank Abagnale Jr. Un adolescente que vive con sus padres en un buen barrio de New York. Un día, el padre Frank Abagnale Sr. (Christopher Walken) se encuentra en un grave problema económico. Como resultado de dicho problema, la familia debe dejar su plácida vida y mudarse de la residencia; llegando a un pequeño departamento alejado de las comodidades que poseían anteriormente.

Esta nueva forma de vida que llevaban repercutió en todos los integrantes de la familia, pero principalmente en  Paula (Nathalie Baye). La madre de familia, quien busca una aventura amorosa con un compañero del trabajo de su esposo; para poder sentirse de nuevo en una condición más acomodada y no tan precaria como ahora se encuentra. Por otra parte, Frank ingresa a una nueva escuela a la cual no encaja, donde además, desde su primer día, aprovechando que nadie lo conoce; se hace pasar por un maestro sustituto de francés, dando clases por un par de semanas hasta que finalmente lo descubren.

Inevitablemente, ante los problemas que se generaron, ambos padres deciden divorciarse; poniendo a Frank en la situación más incómoda y difícil para un hijo: elegir con qué padre desea irse. Al no poder tomar semejante decisión, el estremecido joven huye de su casa, alejándose así, de los problemas que tiene.

Ya encontrándose fuera de su hogar y sin un lugar seguro al cual pueda ir, Frank descubre una nueva manera de recibir dinero; estafando. Primeramente, comenzó a falsificar cheques y recibir pequeñas sumas de efectivo; luego, al notar que no existían repercusiones, se hizo pasar, entre otras cosas, por piloto de la aerolínea PAN AM, doctor cirujano egresado de Harvard, y abogado; cobrando cheques en los que aumentó la cantidad de dinero, recibiendo así, aún más dólares a sus bolsillo.

Semejante movimiento de efectivo, llamó la atención de un agente del FBI llamado Carl Hanratty (Tom Hanks); quien se dedica a seguir muy de cerca los pasos a dicho estafador, persiguiéndolo en sus diferentes etapas fraudulentas. Desde que era piloto hasta que decidió asentar su vida fingiendo ser abogado e intentar casarse con Brenda (Amy Adams). Poniendo en aprietos a Frank en cada paso que daba.

Hay que dejar claro que la historia, por más entretenida que resulta ser, llega a caer en un hueco argumental. No existe gran avance dentro de la trama misma, sino que son una constante serie de los mismos eventos, solo que en diferentes situaciones. Aun así, las emociones que ofrece, no están sujetas a la repetición de eventos; sino que la rápida congeniación que se genera con el protagonista, nos adentra a vivir, al igual que él, los obstáculos que se le presentan siempre personificados por Tom Hanks. 

EN CONCLUSIÓN

No resulta sorprendente encontrar un desenlace a dicha trama; pues no hay que olvidar al genio detrás de cámaras que tiene la cinta, y sobretodo, lo fantasioso y esperanzador que resultan ser sus finales de películas; haciendo de él un sello característico que puede gustar o no a la audiencia. Pues estas incoherencias particulares del tercer acto, que funcionan para que el problema se resuelva espontáneamente, y hacen a un lado el tejido del conflicto que se desarrolló durante buena parte de la cinta, siempre lo han acompañado. Desde sus inicios en los 80’s hasta su más reciente película Ready Player One.