Fernando Barreda Luna llegó al FICG 40 con Café Chairel, una película que marca una transformación en su carrera como cineasta.
La cinta cuenta la historia de Alfonso (Mauricio Isaac) un hombre deprimido que quiere poner una cafetería aunque no sabe nada de café, quien conoce a Katia (Tessa Ía), una chica perdida sin rumbo fijo.
Aunque en un principio su conexión es extraña e incómoda, poco a poco van conociéndose y conectando más consigo mismo.
Barreda es mejor conocido por cintas de horror como 21 Días, y la cercanía con la que la cámara de Café Chairel sigue a los personajes, nos puede remontar al género, aunque en esta cinta se utiliza para explorar la psique de sus protagonistas.
“Siempre me ha gustado, no importa qué género, sino una buena historia y unos buenos personajes”, confiesa el director.
En Café Chairel, el director abandonó el género en donde “se siente encasillado”, pero no su sensibilidad visual ni su búsqueda de profundidad emocional.
En Fuera de Foco, pudimos platicar con el director sobre el proceso para crear la cinta.

Café Chairel: Una Cafetería, Dos Almas Rotas
“Más allá del café, que obviamente está en todo sin ser una película temática sobre café, se trata sobre perseguir tus sueños y no quedarse estancado en los recuerdos de un pasado tormentoso”, explicó Barreda Luna.
La cafetería y el peregrinar de Alfonso porque sea rentable no es el tema principal, pero sí una excusa narrativa que permite que dos personas completamente distintas.
Alfonso, un hombre roto que ni siquiera disfruta el café solo, y Katia, una mujer práctica y observadora que observa todos los errores de su jefe.
“Un poco la idea de la cafetería era para explorar por qué un personaje como él quiere poner un local así” nos comentó Barreda. “Darse cuenta de la verdadera motivación es lo bonito, tiene un significado mucho mayor”.
Café Chairel se toma el tiempo para construir la dinámica de sus protagonistas, y durante gran parte la historia se guía por el choque entre las personalidades de sus protagonistas.
Y para Barreda, lo que le da dimensión y sentido a la cinta, es esta idea de tener a una persona que te acompañe, aunque no sea la ideal.
“Los personajes son completamente distintos y eso es lo que los hace chocar y los hace interesantes porque de inmediato se van complementando.
Aunque sean silencios, aunque no hablen de las cosas críticas que pasan y que ven, el simple hecho de tener a alguien ahí te saca de esa soledad. Muchas veces eso es lo que una persona necesita.”
Fernando Barrera, Fuera de Foco

El Sello de Horror sigue presente
Aunque haya dejado el horror como género, Barreda Luna reconoce que muchas herramientas del cine de terror están presentes en Café Chairel.
“Las películas más interesantes de horror son aquellas que presentan todo a través de imágenes, que te cuentan una historia en el trasfondo”. En Café Chairel, esa influencia se percibe en su cuidada estética y en la contención de su lenguaje.
“La cámara no se mueve, casi siempre está estática. Eso fue un reto porque la historia tiene que suceder dentro del cuadro, y a veces encuadrar eso es más difícil que mover la cámara.
Yo siempre trato de dejar que el diálogo a que sea mundano, banal incluso, en lugar de expositivo. Lo visual debe contar más que las palabras.”
La influencia de sus estudios en artes gráficas se siente en cada encuadre: “Tengo un entendimiento de cómo crear íconos, de la semiótica, del color y la composición. Todo eso entra en juego en esta película”.
Y si bien Café Chairel no busca ser una obra comercial y entregar respuestas sencillas, su honestidad puede ser su mayor virtud.
“No es una comedia romántica, tampoco un drama inconsolable. Es algo agridulce, algo en medio de dos géneros. Una propuesta distinta.
Y eso es lo que a mí me motiva como creador: hacer cosas que a mí me lleguen. Si la historia me afecta a mí, creo que a alguien más también le va a afectar.”
Fernando Barrera, Fuera de Foco
Barreda Luna no oculta su deseo de conectar con una audiencia más allá de los festivales. “Esperamos que este sea el camino que trate de buscar la película. No quisimos irnos por algo seguro. Queríamos hacer algo que ofreciera cosas diferentes, que retara al espectador.”
Café Chairel se presenta como una historia sencilla pero poderosa, donde el arte visual se convierte en una herramienta de introspección, y donde la compañía de otro —aunque silenciosa— puede convertirse en el mejor antídoto contra la desesperanza.
