Diamante de Sangre, conmueve e invita a una necesaria reflexión sobre al acontecer de países cuyos principales tesoros, las personas; están en un latente y constante peligro.
Tratar problemas sociales a través de recursos cinematográficos; ha sido algo que tiene sus orígenes a la par del cine, mediante grabaciones proyectadas ante grandes audiencias. Gracias a esto, surgen trascendentes obras que se ganan los corazones y respeto de aquellas personas que renuevan sus conceptos del mundo en el que habitan.
Asimismo, variados y complicados aconteceres; en los que se ven inmiscuidos naciones, culturas, pero sobre todo, seres humanos, son abordados de distintas maneras. Algunas presentan posturas objetivas y congruentes. Y por otra parte, la gran mayoría ofrece puntos de vista convenientes a situaciones alejadas a lo real; procurando siempre polarizar el conflicto, asumiéndose a las políticas de las naciones dominantes.
Estrenada en el año 2006, Blood Diamond o mejor conocida en latinoamérica como Diamante de Sangre, es una película escrita por Charles Leavitt y Gaby Mitchell, y dirigida por Edward Zwick. Aquí se narra el conflicto político social, en el que se vio inmiscuido el país africano de Sierra Leona en los últimos años del siglo XX; donde el tráfico ilegal de diamantes exportados a el resto del mundo, afecta dramáticamente la vida de sus pobladores. Estos se ven envueltos en situaciones en las que huyen de su patria, para salvaguardar la vida.
Djimon Hounsou interpreta a un pescador padre de familia llamado Solomon Vandy; quien vive en una pequeña aldea rural en Sierra Leona junto a su esposa, su pequeña hija, y su preadolescente hijo llamado Dia. Como cualquier comunidad aledaña a la ciudad; es atacada violenta y sanguinariamente por un grupo de rebeldes autodenominados FUR. Solomon consigue ayudar a su familia a escapar, sin embargo, en su intento resulta capturado y llevado a trabajar en las minas de diamantes. En ese lugar, el maltratado padre encuentra de manera fortuita un diamante que resulta poseer un cuantioso valor; por lo que decide esconderlo en un lugar que solo él sabe.
Por diversas circunstancias a lo largo de la trama, Solomon coincide en la cárcel con Danny Archer (Leonardo DiCaprio); un ex militar africano que ahora se dedica al contrabando de diamantes. Éste, al escuchar el rumor de que existe un posible diamante de tan significativo valor; negocia con Solomon para así, ambos obtengan distintas recompensas; dinero para el ambicioso contrabandista, y el reunirse con su familia para el padre desolado.
A lo largo de la historia surgen diversos contratiempos que ponen, dadas las condiciones sociales en las que se encuentra el país; en peligro de muerte a los socios. Para fortuna de sus intenciones, ambos conocen a una periodista americana llamada Maddy Bowen (Jennifer Connelly); quien tiene como misión, investigar sobre el contrabando ilegal de diamantes, al igual que la burocracia y corrupción que existe al rededor de ese tema. Maddy ayuda a los interesados en recuperar el diamante, a cambio de información de primera mano que Danny le pueda otorgar para su propósito. De esta manera, las tres personas se enredan en una serie de favores y recompensas; donde cada quien espera obtener lo que busca.
Como una constante en la carrera de DiCaprio, la excelsa interpretación que ofrece en esta cinta, sobresale notablemente. Pues se interioriza de manera recurrente en las dos caras que ofrece su personaje Danny, volviendo a esto un arma de dos filos. Por una parte, se pone en evidencia el magistral rango actoral que posee DiCaprio; por la otra, no se plantea un solo humor a mostrar como antagonista del filme. No resulta ser el contrabandista despiadado y ambicioso que presume, pero si pareciera un antihéroe que solo busca ayudar.
De forma muy diferente a lo mencionado anteriormente, Djimon Hounsou regala la que ha sido su mejor interpretación. Hace vívidos y tangibles, cada uno de lo sentimientos por los que pasa Solomon, quien a lo largo de la historia, evoluciona a la par del espectador. Resulta casi imposible no empatizar con él y su situación, desde prácticamente el primer minuto de la cinta.
EN CONCLUSIÓN…
No hay que perder de vista que Blood Diamond es netamente, una película hecha y financiada en Estados Unidos; por lo que resulta evidente la perspectiva que se pondera e infiltra al espectador, haciendo cliché el hecho y planteamiento que promulga la periodista Maddy a través de Jennifer Connelly, en donde enaltecen las políticas americanas como fieles resolvedoras de problemáticas mundiales.
Alejado el hecho de fijar postura; la perspectiva que ofrece la cinta, indudablemente conmueve e invita a una precaria, pero necesaria reflexión. Una exposición del acontecimiento que atraviesan países de tercer mundo; a raíz de la sobreexplotación de sus recursos naturales.