Con tres premios Emmys por su primera temporada y con diez nominaciones en su segunda, la comedia negra de Bill Hader sigue siendo una de las mejores opciones para ver, pero ¿cómo definir esta serie?
Si Barry trata de algo, es sobre las consecuencias, sobre cómo somos incapaces de escapar de ellas, por más que nos esforcemos. El proyecto realizado por Bill Hader y Alec Berg dejó un final abierto en su primera entrega, por lo que surgieron dudas de si ambos podrían repetir esa frescura que los caracteriza.
Uno de los errores comunes que vemos en la mayoría de las series nuevas es que buscan ampliar todas sus cualidades en una segunda temporada, exagerando o perdiendo la esencia de la historia, pero tal vez HBO hace que eso funcione.
Para poner en contexto a quienes todavía no la han visto, la serie está protagonizada por Hader como personaje principal, un asesino a sueldo que se siente estancado. Se le da muy bien matar a gente, pero lo odia porque no lo hace sentirse vivo, hasta que se topa con una clase de actuación y llega a plantearse que sus dotes artísticos pueden llevarlo hacia el camino de la felicidad.
Humor para reflexionar
El humor recae en que la clase de interpretación no es tan buena, sus compañeros no apuntan a triunfar en Hollywood y el profesor es un tipo pretencioso al que da vida una leyenda viva de la televisión estadounidense: Henry Winkler.
Uno de los puntos fuertes que tiene Barry es que cada uno de sus personajes vive en un estado camaleónico en el que en un episodio puede que los ames, pero minutos después desprecias sus acciones.
A esto le agregamos que la serie utiliza la comedia para sumergirse en conceptos más profundos sobre la inocencia, honestidad y moralidad que hacen que ellos mismos y el público (sin darse cuenta) se pregunten: “¿Soy una mala persona?”.
Entre dos mundos
A lo largo de la serie, Barry hace todo lo posible para equilibrar sus dos mundos. A menudo se le ve en una dura encrucijada entre su vida personal, sus audiciones profesionales y los interminables encuentros con su pasado. Por lo que su segunda temporada abre el debate de si es posible o no que un asesino lleve una vida honesta.
Esta temporada es la oportunidad perfecta para profundizar en los personajes más allá del protagonista. Todavía es posible aprender más sobre Barry (cosa de ver los flashbacks de la guerra y el comienzo de la construcción de su personaje asesino). Sin embargo, todos los demás miembros del elenco principal también se ganan sus propios viajes.
De alguna manera, Barry es la serie post-Breaking Bad. En lugar de hacer todo el recorrido desde hombre común hasta criminal sin moral, el personaje de Hader debe enfrentarse al camino contrario.
A medida que pasan los episodios, se tiene más claro el tema principal de esta soberbia segunda entrega: el esfuerzo del protagonista por ser una buena persona.
Este acceso creciente a su lado emocional, ese mirar hacia lo interno y reconocer cierta «masculinidad tóxica» en su proceder y en el del mundo violento en el que se solía manejar, crece a partir de un ejercicio teatral que consiste en explorar una situación traumática del pasado para dramatizarla.
Caminos abiertos
La parodia al mundo del espectáculo en Los Ángeles sigue estando presente, al igual que las absurdas situaciones en las que Barry se ve involucrado con los mafiosos.
Es difícil saber hacia dónde se dirige su viaje, y eso es lo que la vuelve una serie inquietante. Tal vez se vaya tornando menos cómica por sus temáticas reflexivas, pero de todos modos esta serie ya merece toda nuestra atención.