Una película con un enorme corazón y muchas aventuras.
El spin-off del carismático Autobot amarillo finalmente llegó a la pantalla grande, y es la mejor prueba de que pueden haber grandes historias cuando la franquicia se aleja de los artificios realizados por Michael Bay y se da un merecido respiro de la mano de Travis Knight.
Paramount Pictures vuelve a apostar por una película de Transformers, sólo que esta vez hace variaciones en cuanto a tono, narrativa y planteamiento para llevarnos de vuelta a los años ochenta. Es aquí donde conoceremos el porqué y el cómo fue que el robot amarillo terminó en nuestro planeta.
Robots en guerra
La película arranca en 1987, durante una guerra en el planeta Cybertron, donde los Autobots están perdiendo la pelea contra los Decepticons. El grupo liderado por Optimus Prime se ve acorralado y, ante la inminente derrota, envía al soldado B-127 a la Tierra con la misión de formar una base en la que los suyos puedan establecerse por un tiempo.
El robot amarillo no es el único de Cybertron que viaja hacia nuestro planeta, sino que tres miembros de los Decepticons van detrás de él: Shatter (Angela Bassett), Dropkick (Justin Theroux) y Blitzwing (David Sobolov), quienes tratarán de detener al protagonista y evitar que cumpla el objetivo con el que fue enviado.
Sin embargo, al llegar a la Tierra su memoria y su sistema de comunicación quedan dañados, por lo que se ve obligado a ocultarse como uno de los escarabajos de Volkswagen. Al poco tiempo es descubierto por Charlie Watson (Hailee Steinfeld) y juntos comienzan una gran aventura, al mismo tiempo que forman una simpática amistad.
Bajo esa premisa descubrimos una cinta que luce muy bien y no tiene como propósito apabullar al espectador con cuadros plagados de efectos visuales. Bumblebee apuesta por ir en la dirección opuesta y se convierte en una aventura familiar llena de nostalgia ochentera, sin caer en las imitaciones.
Mucho tiene que ver el sencillo, pero muy efectivo, guion de Christina Hodson, que se apoya en la construcción de la relación entre Charlie y Bumblebee con la dosis justa de dulzura que requiere esta inesperada amistad; la cual recuerda un poco a El Gigante de Hierro (Brad Bird, 1999).
El inicio de una gran amistad
La acertada elección de Steinfeld como la joven protagonista ayuda a que la película tenga un elemento emocional que funcione. Ella ya venía de la cinta coming-of-age The Edge of Seventeen (Kelly Fremon, 2017), con otro personaje adolescente que atravesaba por varios problemas; y en esta ocasión dota de un lado muy humano a la historia, gracias a sus matices y a la química que tiene con el resto del elenco.
Bumblebee no se toma a sí misma en serio y es consciente de que el asunto incluye una guerra. A la vez sabe que se trata de una aventura con robots gigantes que disparan rayos. De hecho esto también se presencia en la sólida actuación de John Cena como un militar que por ratos se autoparodia.
Algo que también destaca es la naturalidad con la que se desarrollan los sucesos en la película. Ya sea la secuencia inicial de la guerra donde se puede ver a personajes como Optimus Prime, Shockwave y Arcee con sus diseños originales, o cuando Charlie y Bumblebee escuchan la música de The Smiths y A-ha.
Las referencias y homenajes no pueden faltar, por lo que clásicos de los años ochenta como The Breakfast Club, E.T. e Indiana Jones tienen sus momentos en pantalla.
El camino que Transformers debe tomar
En definitiva, Bumblebee es el paso correcto que la franquicia de los Transformers necesitaba dar desde el principio. La película de Travis Knight no necesita recurrir a efectismos para entregar buen entretenimiento, acción y una de las mejores relaciones de amistad que el cine fantástico ha visto en los últimos años. Esto es lo que Transformers debió ser hace rato.