Joker (2019) ha estado plagada de controversia desde su concepción. Pero las más duras críticas sin duda vinieron de grupos preocupados por la posibilidad de que la violencia presentada en el metraje se entendiera como una apología e incitara a ciertos grupos de personas a cometer actos vandálicos.
La preocupación es tal, que la milicia estadounidense y la policía de Los Ángeles confirmaron que redoblarán la seguridad en los cines durante su estreno y pidieron a los asistentes a mantenerse precavidos y tomar acciones adecuadas.
Las precauciones no son para menos si recordamos que en 2012, un joven estadounidense identificándose como el Joker, abrió fuego contra los asistentes de un cine durante el estreno de Batman: The Dark Knight rises (2012), cobrando 71 víctimas.
Por eso, algunos críticos incluso han calificado como “irresponsable” o “peligrosa” la existencia de la película del Joker. Pero, ¿de verdad esto es cierto? ¿Son injustas estas acusaciones?
¡La Culpa es de la televisión!
Es ingenuo pensar que las películas, las series, la televisión y los videojuegos causan violencia por sí mismos. La representación de contenido gráfico es parte natural de todos los productos de arte, y desdeñarlos por su supuesto potencial para inspirar actos agresivos es hasta hipócrita.
¿Cuántas veces hemos celebrado la guerra y la milicia estadounidense en el MCU? ¿Cuántas veces hemos disfrutado de la explotación de sangre y vísceras en una película de terror? ¿Y cuántas veces hemos salido de ellas sin la más mínima pulsión por replicar los actos que vimos en pantalla?
Todd Phillips, harto del hostigamiento y las preocupaciones, comparó su película con John Wick, y llamó a preguntarse por qué alabamos a Keanu Reeves asesinar 299 personas.
La pregunta de Phillips es bastante interesante, porque se puede responder así: John Wick es, al igual que Los Vengadores y Spider-Man, un superhéroe. Sus matanzas están asociadas con grandes y aparatosas coreografías, con la venganza de un cachorrito, y Reeves se ha encargado de que su figura pública sea la de un hombre tierno y gentil.
La violencia que celebramos todos los días no nos inspira nada porque no toca temas reales, porque trata de alejarse lo más posible de la realidad. El Joker, por otro lado, pretende usar de pretexto al enemigo de Batman para criticar la sociedad en la que vivimos, y busca que entendamos, hasta cierta medida, algunas de las causas de la violencia que vemos todos los días.
Entonces, el miedo a esta película no nace de la representación gráfica de violencia. Nace de algo más aleatorio, que no podemos ver, ni controlar, y que se vuelve un monstruo mucho más terrorífico: La interpretación.
El Diablo está en los detalles
La interpretación que una persona o un grupo de personas le de a una obra de arte es algo que simplemente nadie puede controlar. Una lectura del famoso libro Catcher in the Rye representó el fin para el cantante John Lennon. Y el experimento de los Beatles por incursionar en un rock más pesado con Helter Skelter, se convirtió en uno de los himnos supremacistas del asesino Charles Manson.
El supuesto miedo que provoca la película del Joker viene a que sea demasiado ambigua, o demasiado atractiva para que un grupo de personas especifico le dé una interpretación que tenga consecuencias terribles.
¿Esa es culpa de la película de Todd Phillips? ¿Es culpa de todo el equipo de Marketing detrás? ¿Es culpa de la sociedad que busca respuestas directas y absolutas a problemas complejos?
En realidad, es culpa de todos. Todos, que no nos preocupamos por entender de dónde nacen estas interpretaciones, que no buscamos crear audiencias activas, que no buscamos hacer nuevas preguntas y encontrar soluciones. Sólo apuntamos problemas existentes y buscamos culpables.
El Joker: ¿Una Víctima Más?
El Joker está llegando a cines unos días antes de que se celebren 20 años del estreno de Fight Club, otra película que fue recibida con mucha controversia debido también a su representación de violencia, y a que, con el paso del tiempo, se ha convertido en una herramienta de reclutamiento de grupos de ultra-derecha.
El escritor de la novela original, Chuck Palahniuk y el famoso director David Fincher, han repetido hasta el cansancio que la historia de Tyler Durden es justamente una crítica a las reacciones violentas de la masculinidad tóxica, que en realidad se está señalando y recriminando las horribles acciones de aquellos que se sienten fuera del sistema.
Lo mismo ocurrió con Psicópata Americano (2000) e Historia Americana X (1998), Todas estas películas intentaron capturar la ansiedad y la decepción de su época. Intentaron encapsular todo lo malo que tenía el capitalismo, la sociedad consumista vacía, y cómo las víctimas de este sistema nocivo se enredaban en intrincadas actividades autodestructivas.
Un Circulo Vicioso
Las grandes productoras no se preocuparon por la interpretación que se le podían dar a sus personajes, porque no se preocuparon por entender realmente cómo vivían aquellos que trataban de reprender en sus historias. Se quedaron satisfechos en mostrar como Patrick Bateman era un cascarón sin alma, en que Tyler Durden pierde al final de la película. Creyeron que eso era suficiente para señalar todo el mal que aquejaba al mundo.
Realmente, no propusieron ninguna salvación a estas personas, no intentaron transmitir una visión alternativa, un entendimiento más matizado de las quejas y la inconformidad que vivían sus espectadores, ni siquiera brindaron un mejor entendimiento de lo que estaban criticando.
Así, a pesar de que dentro de la historia se condena de manera clara las acciones de Edward Norton en Fight Cub e Historia Americana X, también es bastante seductor verlo pelear y luchar contra un sistema que le ha fallado. Y que no le ha fallado solamente a él, que nos ha fallado a todos.
Al no invitar a una interpretación más responsable, al esperar que la gente viera lo que quisiera ver, se crearon grupos extremistas que condenaron y alabaron estas películas por igual, sin entender el problema de raíz, sin dar una interpretación más allá de lo que preferían ver dentro de estas historias.
Vivimos en una Sociedad
20 años después, el Joker padece el mismo fenómeno. Es una historia que predica los problemas sociales sin brindar una visión más allá de criticar todo lo malo que ya sabemos que existe. Habrá quien la interprete como un acto condenable, habrá quien la interprete como una historia de un héroe sin capa, pero ciertamente no invita a una reflexión más allá, no desafía a su audiencia, no invita al diálogo. Sólo señala, se queja, y condena.
El cine es una herramienta muy útil para entender los sentimientos generalizados de una sociedad en un momento determinado. Y como expresión de arte, tiene derecho a utilizar todos los temas, por incómodos que sean, para lograr su objetivo.
Pero, si sólo se utiliza como un mecanismo para condenar, si no busca entender a sus espectadores, si no invita a un consumo más responsable, más activo, a una interpretación más matizada, entonces estamos condenados a seguir luchando contra absolutos en un círculo vicioso.
Entonces, estamos condenados a vivir en una sociedad.
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