Con sus últimas tres funciones en puerta, el equipo detrás de la obra Blackbird nos cuenta sobre el impacto que la violencia de género tienen en el arte y el teatro.
Basada en el texto de 2005 del dramaturgo David Harrower, Blackbird parte del encuentro entre Una (Cassandra Ciangherotti) y Ray (Alejandro Calva), luego de que la joven decide enfrentar al hombre que abusó de ella cuando tenía 12 años de edad. A lo largo de la puesta en escena, la aguja moral de cada punto de vista fluctúa entre la víctima y su conexión con el abusador, explotando al máximo los sentimientos de culpa y empatía por ambos personajes y poniendo a su vez en duda cada testimonio.
En una sociedad donde la estadística de feminicidios —con un promedio de 80 casos al mes— y abuso sexual infantil es alarmantemente elevada, Blackbird no sólo es una experiencia intensa, sino absolutamente necesaria. El retrato del abuso infantil y la violencia de género encuentran su voz por medio del arte, desarrollándose bajo una atmósfera truculenta que busca concientizar a su público a través de un viaje emocional.
Tuvimos la oportunidad de platicar con la directora Katina Medina Mora y el actor Alejandro Calva acerca de la influencia que la violencia en México ha tenido en la segunda temporada de Blackbird.
Una conversación dolorosa pero necesaria
México es el país número uno en pornografía infantil y el segundo en abuso sexual de menores. Temas que aunque antes eran tabú, Blackbird ha abordado desde su primera puesta en escena, exponiendo la magnitud internacional del problema.
“Desgraciadamente es algo que no ha cambiado en estos últimos años. Hace mucha falta tener esta recepción, pues es un tema que no caduca, sino todo lo contrario. Este tipo de obras hacen que podamos hablar de ello un poco más.”
Katina Medina Mora
Más allá de cerrarse a contar la historia a través de un sólo ángulo, Blackbird navega a través de diferentes matices, jugando con la empatía y la posición de la audiencia y nunca quedándose en un umbral completamente blanco y negro. Al respecto, Medina argumenta que Blackbird está hecha «para mover la aguja moral de lo que opinamos sobre el tema» y que «existe un área gris que nos hace cuestionarnos un montón de cosas».
Asimismo, la directora dijo haber hablado con Alejandro Calva, su actor principal, sobre la “deuda histórica que el país tiene con las mujeres, viviendo en un lugar con tantos feminicidios”, argumentando además que dicha crisis, hizo a todos en el equipo más sensibles al tema.
Hablábamos Alejandro y yo, y le decía “te veo más conmovido con ciertas cosas”, cuando antes Ray era sólo un personaje que trataba de defenderse. Alejandro decía que sí, que sentía que había una deuda de los hombres hacia las mujeres y que eso le movía.”
Katina Medina Mora
Más relevante que nunca
Alejandro Calva, quien da vida a Ray, añadió que para volver a Blackbird tanto él como su co-estrella Cassandra Ciangherotti requerían prepararse emocionalmente, puesto que consideraba que todos tenían algún vínculo con el abuso de cierta manera.
Tal vez nosotros no fuimos víctimas de abuso, pero conocemos a un familiar, a un amigo cercano, conocemos una historia. Hay cosas que nos vinculan con esto y por eso es una experiencia fuerte. Nos encanta hacer Blackbird, pero sí implica un compromiso emocional que no es fácil. Y es una mezcla agridulce, porque por un lado quisiéramos seguir hablando de esto, pero también pasar por tu cuerpo toda esta información siempre te genera cosas.
Alejandro Calva
A pesar de haber hecho su debut en 2005 la obra se mantiene relevante. Pues de acuerdo a Calva, conforme la obra se ha presentado en el escenario, la conversación alrededor del abuso sexual infantil ha pasado de ser un tabú a ser una discusión necesaria. Considera que «en 2022 la sociedad ha cambiado fuertísimo, por lo que Blackbird es mucho más contundente y desgarradora y tiene mucha más fuerza que antes.» Ante ojos del elenco, esta no es una puesta como cualquier otra, pues para ellos se vuelve una propuesta artística importante.
Katina puso su corazón en la mesa de trabajo y a nosotros no nos quedó más remedio que poner el nuestro. Esta obra es fundamental para nosotros, un compromiso emocionalmente bárbaro.
Alejandro Calva
Blackbird no sólo refleja el dolor que el abuso infantil deja sobre la persona el resto de su vida, sino la permanencia de la influencia y manipulación del abusador años después, aspecto que Calva logra transmitir a la audiencia con su actuación.
Por su parte, la encarnación de Una a manos de Ciangherotti navega entre los matices y la complejidad de la historia con una energía única sobre el escenario, exponiendo tanto los ángulos de inocencia como aquellos que giran en torno a la ira, el rencor y la reconexión que busca para dar sentido a su vida después del trauma.
Blackbird es una experiencia que vale la pena, que abre los ojos del público ante lo sencillo que es para un abusador influir sobre sus víctimas, que además encara los juicios que la sociedad imprime sobre aquellos que han sufrido este tipo de violencia.