ACS: Versace 2×7 «Ascent»

Interacción más directa e intensa de los hermanos Versace, más un vistazo a los caprichos de Cunanan.

El legado del imperio Versace no son los vestidos, es ella, su querida hermana.

Esta temporada de American Crime Story: The Assassination Of Gianni Versace se enfoca en Andrew Cunanan, por ello cuando finalmente vemos a los hermanos Versace es difícil no considerarlos personajes secundarios.

Lo positivo es que cada uno en su papel se luce y en el capítulo 7, Ascent, consiguen momentos de intenso drama. Al comienzo del capítulo sí lo miré forzado, pero afortunadamente se va arreglando a medida que avanzan los minutos.

El año es 1992 y vemos los síntomas de la enfermedad que anuncia la muerte del genio de la moda; por ello alienta a su hermana Donatella a que siga sus pasos, aunque la forma de enseñarle el camino no sea la más pacífica. Estos dos tienen temperamentos fuertes pero se aman y respetan, por lo que el balance lo encuentran cuando Gianni dice que hagan un vestido juntos.

El legado del imperio Versace no son los vestidos, es ella, su querida hermana. Y es Donatella quien marcó tendencia en la Gala de los 100 años de Vogue, donde los hermanos llegaron juntos y posaron su nueva obra bajo un centenar de luces; justo para que luego de forma sutil, elegante y tierna, Gianni deje a su hermana brillar por su cuenta.

Aunque fueron portadas de periódicos y revistas, con gente hablando mal y bien de ellos, no es suficiente para reflejar el éxito en ventas. Eso genera un nuevo momento de tensión entre hermanos que termina con lágrimas y desesperación; sobre todo por esa enfermedad -cáncer de oído o SIDA- que vulnera a Gianni. En el fondo con expresión de temor en su rostro vemos a Antonio sufrir en silencio.

Y por el lado del infaltable Andrew lo tenemos en una tienda siendo un Don Nadie; consiguiendo pretendientes para su (entonces) amigo Jeff en un bar gay, pero él sin conseguir a esa persona que le cambie la vida. Así es que de pronto se deja pagar para ser compañía de un hombre mayor.

Andrew sabe que tiene la capacidad para ser un escort profesional. Visita una agencia pero no es tratado como él creía; sus raíces asiáticas lo marginan de una mejor posición, al punto de ser rechazado.

Esa frustración está presente cuando en casa tiene a su dependiente y algo desquiciada madre. Tras un berrinche vemos ese lado impulsivo-agresivo que fomentaría su eventual modo asesino. De ahí se dedica a «cazar» hombres mayores con dinero y llega a conocer a Norman y a Lincoln, quien puede decirse fue su primer «sugar daddy».

Es gracias al dinero que le consigue ese Lincoln que logra tener una vida ostentosa y viaja a San Francisco. Ahí en un bar se encontraría al famoso David… quien jamás sabría lo que le deparaba el terrible futuro. Pasan una noche romántica y sexual en una suite de lujo, ahí el arquitecto cuenta una historia de su pasado. La reacción, un Cunanan que se nota sensible y atento de lo que le dice el apuesto joven.

La felicidad dura poco porque luego Lincoln se da cuenta del despilfarro de Andrew. Cuando éste llega después a remediar la situación es testigo del asesinato del adinerado. Interesante el trasfondo político-social del hecho… Lincoln invitó a un hombre a subir a su vivienda pero jamás lo forzó a nada; aunque en el reporte policial posterior se inclinarían a pensar que fue culpa del homosexual.

El episodio cierra cuando Andrew convence a Norman a tener una vida juntos.

Y de ahí, el resto es historia…