¿Puede un abogado en la época actual, aferrarse a sus valores y convicciones en todos los aspectos de su vida diaria?
Después de un ataque cardíaco a su socio, Roman J. Israel Esq. (Denzel Washington) se verá en la penosa necesidad de cerrar su firma de abogados y buscar otro trabajo. La familia de su socio ha llegado a esta conclusión; aconsejados por un amigo del difunto y también abogado George Pierce (Colin Farrell).
Al ver su talento, Pierce le ofrece un trabajo en su propia firma, una mucho más grande que la que él tenía. Pero a Roman no le agrada el enfoque corporativo y desinteresado del lugar. Al no ser aceptado en ningún otro lugar, acepta; aunque se aferra a sus creencias y su enfoque más personalizado con los clientes.
Es justo ese cambio de ambiente lo que llevará a Roman a cometer acciones de las que no se creía capaz, y afrontar con las consecuencias de estas.
Este es el tipo de películas que con ver el trailer, ya has visto prácticamente toda la trama y las escenas interesantes. El ritmo es muy irregular. Aunque sí nos presentan las motivaciones del protagonista, no hay una escena donde conectemos con ellas. Están ahí porque son parte de la historia, pero como espectador no logras empatizar con ellas.
Algo parecido pasa con la trama. Hay un problema, y este y sus consecuencias son coherentes con el personaje. Pero no vi una lucha interna de parte de Roman. Es obvio que le afecta, pero creerías que para alguien tan recto como él sería un gran desafío.
Las actuaciones, sin embargo, son lo mejor de la cinta. Colin Farrell podría caer en el cliché del abogado avaro y de frío carácter, pero da una actuación mesurada pero sobre todo, un buen balance para el papel de Denzel Washington. Que, al ver la película, entiendes por qué estuvo nominado como mejor actor en la pasada entrega de los premios Oscar.
La poca o mucha credibilidad que pueda tener el personaje se debe a la actuación de Denzel. Se nota su experiencia, su capacidad para crear personajes. Porque no es el mismo Denzel que ya hemos visto muchas veces en otras películas. Roman J. Israel es un personaje que tiene grandes virtudes que se pueden convertir a la vez en sus grandes defectos. Pero lo acompañamos en este viaje de conocerlo, de ver como se niega a cambiar y ser firme en sus valores, y por lo tanto podemos llegar a sentir empatía por lo que hace. Y eso no sería posible si no hubiera una gran actuación detrás.
Y, aunque ya sabemos quién fue el ganador en esta categoría, les invito a que la vean y descubran por ustedes mismos esta actuación, pero sobre todo esta historia. Que no necesita tocar un tema como el acoso, para considerarla vigente a los estándares de lo políticamente correcto en estos días. A mi parecer es otro caso, muy común, de una gran idea pero no muy bien ejecutada.