Ratcatcher 2 en The Suicide Squad es el símbolo de la verdadera revolución.
The Suicide Squad de James Gunn es una gran película. El amor que le tiene a los personajes, combinado con su visión cínica del mundo y su particular humor ácido nos asegura dos horas de diversión irreverente. Pero dentro de la historia llena de sangre, vísceras y complejos de Elektra sin resolver, Gunn hizo una película que no sólo critica los cimientos detrás de todas las películas de superhéroes, sino que convirtió a Ratcatcher, uno de los villanos más endebles de Batman, en el símbolo de lo que significa una verdadera revolución.
Guerra, Violencia y Superhéroes: La Misma Gata, nomás revolcada
James Gunn buscó hacer con sus personajes una película de guerra que no glorificara la violencia y las misiones imposibles. Y desde los primeros minutos de metraje lo podemos ver: El Escuadrón, conformado por un grupo de los más “temibles y poderosos villanos” del mundo, se someten a las decisiones y estrategias de Amanda Waller (interpretada con la intensa seriedad que le brindó Viola Davis desde la película de 2017), una inclemente mujer que hará lo que tenga que hacer para proteger la seguridad de Estados Unidos y sus intereses.
Ellos llegan a las playas de Corto Maltés con el simple objetivo de seguir órdenes y morir, un evento tan recurrente entre los miembros de la llamada Fuerza Especial X que quienes organizan y monitorean sus misiones hacen apuestas para ver quién saldrá con vida. Su vida no vale nada porque son criminales, y en el caso de personajes como Peacemaker (John Cena) y Bloodsport (Idris Elba), ellos han estado adoctrinados para sufrir, morir e infligir violencia desde pequeños.
Así que, bajo la lógica de un país que tiene una larga experiencia en desarrollar la guerra como negocio y herramienta para su progreso, ¿qué mejor que utilizar los cuerpos de seres deleznables que de todas formas sólo causan caos y desafían los símbolos más importantes del orden y la paz? Bloodsport mandó a urgencias al Hombre de Acero, poco importa si Waller utiliza sus palancas gubernamentales para enviar a su hija a una prisión de máxima seguridad por un delito menor si el mercenario no acata sus mandatos.
¿Dónde queda su humanidad entonces? Es una de las preguntas que nos plantea la película mientras vemos al Escuadrón Suicida surcar el violento y volátil golpe de Estado que se suscita en Corto Maltés, y que acaba de convertir al ficticio país latino en uno de los principales enemigos de Estados Unidos. Principalmente porque el proyecto Starfish, que se trata de ver hasta dónde se puede manipular un monstruo intergaláctico para crear zombies y que desde el principio fue financiado por el gobierno yanqui, ahora está en manos de megalómanos que no comparten sus intereses.
Todo lo que ocurre en Corto Maltés podría ser contado desde la perspectiva de un superhéroe en una película convencional. Pero lo que hace especial a esta cinta es el desinterés de James Gunn por buscar proteger el status quo, ni se cree la hipocresía de defender “la verdad, la justicia y el sueño americano”.
En The Suicide Squad de James Gunn, realmente no hay diferencia entre las violentas dictaduras latinas y las discretas, pero brutales misiones estadounidenses para cimentar su imperio y poderío. Y el equipo, liderado en su mayoría por Rick Flag, Bloddsport y Peacemaker, está programado para seguir órdenes sin pensar mucho en las consecuencias, así sea aniquilar a gran parte del verdadero grupo disidente de Corto Maltés. Pero entre el caos, hay un personaje que se cierne como el verdadero eje moral y político de la película: Ratcatcher 2.
Ratcatcher 2 y la verdadera revolución
Deliberadamente creada para la película e interpretada por la gran Daniela Melchior, ella es menospreciada como uno de los miembros más inútiles del equipo, a pesar de que la cantidad de ratas que puede controlar es escalofriante desde el inicio de la cinta. Ella termina en la prisión Belle Reve porque consideraron a las ratas “armas peligrosas”, pero su personalidad tranquila, amistosa y empática ante las muertes que vemos alrededor de la película, muestra un claro contraste que termina por convertirla en la verdadera protagonista del filme.
Ratcatcher 2 no tiene una alianza definida, como Rick Flag o Bloodsport, y tampoco tiene un ideal nacionalista que la guíe en la batalla como Peacemaker. Ella está ahí para ser carnada y carne de cañón. Pero en el camino, ella ayuda a personajes como el de DuBois a darse cuenta que los horribles traumas provocados por su padre no lo definían, pues le ayuda a volver a sentirse vulnerable, a dejar que sus miedos pasen, a buscar algo más allá que la destrucción y la violencia. Gracias a ella, Bloodsport redescubre su humanidad y comprende qué es lo que lo hace diferente al personaje de John Cena: que el sí puede luchar por amor, no por poder.
Ratcatcher 2 es la que ayuda a Nanaue a convertirse en algo más que una máquina de matar y le ayuda a entender el valor del compañerismo y la amistad. Y rumbo al final, ella es la única que entiende que no importa si se trata de Estados Unidos, un dictador megalómano, o un monstruo gigante, al final del día, son los seres pequeños, los olvidados, los marginados, quienes de verdad tienen el poder, y no porque tomen el control de las mentes, las instituciones y los cuerpos del mundo, sino porque todos conocen el abuso, la precarización y la desesperanza. Y Por eso, Ratcatcher sabe que su unión consciente es la única forma real en la que se pueden destruir los sistemas opresores desde sus cimientos.
Su padre alguna vez le dijo que las ratas “Eran los seres más humildes y despreciados de todos. Y si ellas tenían un propósito, entonces todos lo tenemos”. Y en un mundo donde reina el caos y la violencia es tan común, Ratcatcher demuestra que los verdaderos cambios, ya sea para recordar qué nos hace humanos o para construir las bases democráticas de un país, siempre vendrán desde abajo, y desde la empatía, el cariño y el amor.
Porque amar es lo más revolucionario que se puede hacer en estas épocas.