Cryptozoo es una ingeniosa animación que encripta un lindo mensaje sobre nuestra relación con la naturaleza y la aceptación de las diferencias.
Por alguna extraña razón, el inconsciente colectivo ha catalogado a la animación como un producto dirigido a las/os infantes. Este encasillamiento no sólo resulta despectivo al referirse a estos filmes como obras menores para seres menos inteligentes, sino que también despoja al género de sus cualidades narrativas: mismas que son capaces de transgredir las normativas bajo las cuales se rige nuestra existencia y llevarnos a diferentes mundos donde el único limite es nuestra imaginación.
Quizá las cintas más claras para argumentar a favor de esto último son las realizadas por Pixar, pues su alcance mainstream no sólo ha sido logrado gracias a la maquinaría de la empresa que maneja el ratón, sino al encontrar el punto medio en relatos que resultan igual de entretenidos y con diversas lecturas para personas de diferentes edades.
Algo similar sucede con los filmes de estudios como Ghibli (El viaje de Chihiro / Mi Vecino Totoro) o Cartoon Saloon (Wolfwalkers / Song Of The Sea), donde la animación ha sido el medio por el cual directores como Charlie Kaufman han explorado el vacío existencial y las expectativas que ponemos en la demás personas para escapar del mismo (Anomalisa), Hideaki Anno se internó mediante Evangelion en lo que simboliza la depresión y su proceso para superarla, y hasta Wes Anderson usó el stop motion en Isla de Perros para hablar sobre el racismo.
A esta lista, podemos sumarle un título presentado en la más reciente edición de Sundance: Cryptozoo, un largometraje que explora nuestra relación con la naturaleza y la contracultura.
Edificando un lugar seguro
Cuando Lauren era pequeña tenía pesadillas que no le permitían dormir, hasta que una noche un crypto -seres surgidos de la mitología- con la forma de un pequeño elefante llamado Baku, eliminó de su mente todos los demonios que la atormentaban y le impedían descansar. Desde ese momento, a forma de agradecimiento prometió dedicar su vida entera a cuidar de los/as cryptos. Por lo que trabaja junto a una anciana de nombre Joan, rescatando a estos seres de las garras del mercado negro y brindándoles asilo en un especie de zoológico.
Sin embargo para cumplir su propósito, tendrán que verse las caras con un militar que busca capturar a todos los cryptos para usarlos como armas, haciendo especial énfasis en la obtención de Baku, a quien planea usar para borrar todos los sueños de la contracultura, de manera que se establezca una dictadura del miedo y las “buenas costumbres”.
Esto último detona que el segundo largometraje dirigido por el estadounidense: Dash Shaw, posea una clásica pero entretenida estructura del cine de detectives, donde nuestra protagonista se embarca en una carrera contra reloj para encontrar primero a Baku y así salvar al mundo.
Definitivamente la principal virtud del filme que cuenta con la voces de Michael Rea y Lake Bell, reside en la capacidad imaginativa de su historia: traducida en un primer lugar bajo la mescolanza de las diversas mitologías alrededor del globo, las cuales nos permiten observar en un mismo espacio desde unicornios, hasta pegasos, camoodis y medusas.
La animación 2D le permite a la obra construir una estética psicodélica, mediante la cual le es posible transitar con ingenio entre secuencias mediante el fundido de figuras, luces y sombras. Conformando una propuesta visual que juega y enarbola a la perfección con lo onírico y mágico del relato.
El mensaje encriptado
El concepto y diseño de los cryptos no se queda como un simple elemento decorativo en la narrativa, pues la representación de los/as mismas en pantalla funge como una metáfora a la contracultura: el amor libre, el uso recreativo de drogas, la armoniosa convivencia con las/os demás y la naturaleza.
Las protagonistas del filme se empeñan en defender la misma ante enemigos que buscan destrozarla: usando a Baku para convertir al mundo en un espacio donde la intolerancia y la violencia sea la norma.
Por lo que Cryptozoo termina por enarbolar un lindo mensaje que contradice los baluartes del neoliberalismo: abrazando la empatía / respeto hacía el medio ambiente -al más puro estilo Grizzly Man de Herzog- y las diversas preferencias / ideologías, como la forma para construir un mejor mundo.