Midnight Gospel es un experimento animado completamente diferente a lo que hemos visto. Pero, ¿de verdad funciona?
La nueva serie de Pendleton Ward, Midnight Gospel, llegó directamente a nuestras pantallas a través de la plataforma Netflix, pero la verdadera pregunta es ¿llegará con la misma potencia y funcionalidad a nuestros corazones?
El éxito y el alcance de apuestas como Rick and Morty y Bojack Horseman fueron la plataforma de despegue. La fórmula extra fue: Una plataforma flexible + el peso en el nombre del creador de Adventure Time, una de las series más influyentes de los últimos años y que además marcó un antes y un después en Cartoon Network.
Midnight Gospel nos presenta la historia de Clancy, un ser que viaja a bizarros mundos donde mantiene conversaciones sobre la existencia, la muerte, las relaciones humanas, drogas, etc.
¿Argumento o mera experiencia?
Por un lado, la intención estética de la serie busca jugar con el absurdo y lo abstracto. Visualmente la pantalla está constantemente sobrecargada de elementos coloridos y burbujeantes. Los diálogos de los protagonistas tienden a lo filosófico, a darle la vuelta a conceptos que intentan definir pero que nunca aterrizan por completo, dejando al espectador con una sensación de sin sentido.
A pesar de ello, la intención de la serie no parece incentivar a la reflexión, si no producir una sensación de sinsentido en el espectador. Dicho de otro modo, más que argumental, su intención es estética.
De hecho, los diálogos de los personajes entran en un vaivén de aspectos de un mismo tema que, aunque es parte del todo, cambian tan instantáneamente de enfoque, que al espectador le es casi imposible catalogar o dirigir.
El hecho de que el personaje principal viaje a diversos mundos para grabar podcasts da de por sí una pista al espectador sobre el formato que pretende la serie.
Más que seguir un hilo narrativo, estás de hecho escuchando un podcast o un monólogo poco convencional.
¿El sinsentido tiene sentido?
¿Cuál es el resultado entonces? La experiencia de buscarle un sentido a Midnight Gospel puede agobiar al espectador, incluso perder su atención de vez en cuando, o hacer divagar su concentración entre lo que ve y lo que escucha.
Sin mantener una cohesión entre ambos aspectos, o en cambio unir las dos experiencias cuyos sentidos pretenden estar relacionados, pero sin lograr cohesionar.
En el primer episodio se habla de zombies y contrasta con una charla acerca de las drogas y su experiencia fisiológica entre lo que está bien o está mal. El plot twist del final muestra que los zombies, con quienes luchaban, en realidad no sufrían, sino que se sentían liberados y plenamente sanos, cosa que termina siendo una especia de analogía al tema hablado.
Lo que finalmente definirá la funcionalidad de Midnight Gospel es la percepción del espectador. Si sólo pretende reflexionar sobre los temas que se tocan, como la muerte o la empatía, llegando a una conclusión genuinamente estable, no lo encontrará; la serie no permite o pretende eso.
Midnigth Gospel sólo funciona si buscas vivir una experiencia estética, verbalmente absurda y abstracta que ofrece cortos acercamientos a los temas mencionados, pero que carece totalmente de un argumento narrativo.
Dicho de otro modo, solo funciona si el espectador pretende escuchar un podcast mientras mira imágenes azarosas.
