Hot Milk: ¿El cine puede ser un acto político?

La directora de Hot Milk, Rebecca Lenkiewicz, nos contó cómo busca hacer historias profundamente íntimas con consciencia política.

Rebecca Lenkiewicz no es una desconocida en el mundo del cine. Con una carrera consolidada como guionista en películas como Disobedience o Ida, esta última ganadora del Óscar a Mejor Película Extranjera.

Su voz se ha caracterizado por explorar lo íntimo desde lo político. Ahora, con Hot Milk, da un paso más allá al tomar por primera vez la silla de dirección en un largometraje. La película, una adaptación de la novela de Deborah Levy protagonizada por Emma Mackey y y Fiona Shaw, se adentra en la compleja relación entre una madre enferma y su hija atrapada entre el resentimiento, la culpa y la responsabilidad de cuidar de ella.

En conversación con Fuera de Foco, Rebecca Lenkiewicz compartió detalles sobre su proceso creativo, sus decisiones visuales y cómo su visión de lo femenino y lo político permea cada imagen de la cinta. Para ella, hacer cine como mujer no es solo una vocación artística: es una postura política.

Hot Milk
Copyright @ Mubi

Hot Milk: “Ser mujer en el cine es un acto político”

Desde el inicio de la conversación, Lenkiewicz es clara: su decisión de dirigir Hot Milk no solo nace de una conexión emocional con la historia, sino de una necesidad urgente de contarla desde una mirada femenina. “Trabajé mucho para que las imágenes no irradiaran la energía usual cuando en el lente se pone como sujeto a mujeres hermosas en bikinis con el sol sobre ellas’”, explicó con firmeza. Lo que le interesaba no era estetizar el cuerpo femenino, sino capturar su complejidad, su dolor y su autonomía.

La relación entre cuerpo, trauma y vergüenza ocupa el corazón temático del filme. La protagonista, Rose, no puede caminar por un trauma infantil no resuelto. Para Lenkiewicz, ese trauma representa la carga que muchas mujeres heredan de una sociedad que las educa desde la vergüenza. “La historia de Rose es sobre cómo tiene trauma… esa vergüenza que se ha puesto en las mujeres ha creado trauma intergeneracional”, afirmó.

Por eso, cuando se le preguntó si su película era política, respondió sin titubear: “Sí, creo que ser mujer en el filme es un acto político”. A lo largo del rodaje, esa convicción se reflejó en cada decisión narrativa y estética, desde la selección del elenco hasta la forma en que se filman las escenas íntimas. “Quería que la intimidad se sintiera como algo sorprendente, en lugar de cliché o romántico. Que se sintiera como la extrañeza de que el cuerpo se encuentre por primera vez”, agregó.

En un contexto global donde los cuerpos femeninos siguen siendo objeto de legislaciones restrictivas, Hot Milk se convierte en una película profundamente contemporánea. “Los cuerpos de las mujeres están bajo tanta interrogación y escrutinio… hay una ola de regresión. Es importante que películas como la mía celebren nuestros cuerpos”, concluyó.

Hot Milk
Copyright @ Mubi

Imágenes en la mente, cuerpos en pantalla

Aunque Lenkiewicz ya había coescrito con directores antes, su experiencia al escribir y luego dirigir su propio guion fue una revelación artística. “Como escritora, pinto en mi mente… pero siempre tienes un poco de shock cuando la ves en pantalla”, confesó. Para no limitarse, durante la escritura se obligó a olvidar que ella misma dirigiría la película: “La escribí como si la escribiera para otro director”, explicó.

Una vez que asumió la dirección, el reto fue traducir esa imaginación a un lenguaje visual concreto. Y fue en la colaboración con el cinematógrafo Christopher Blaufeld donde encontró la clave. Juntos, construyeron un “bolso de estilos” con referencias fotográficas como Bill Brandt, Francesca Woodman y Nan Goldin, así como el cine de Fassbinder. Este collage visual ayudó a establecer un vocabulario estético que se alejara de la belleza convencional.

“No quería que fuera una tarjeta de fotos. Quería que se sintiera brutal, primal: rocas, mar, fábricas de cemento, cosas que no necesariamente son bonitas”, expresó. Ese enfoque se traduce en una película que abraza lo áspero, lo inconforme, lo vivo. En lugar de locaciones turísticas, eligió Grecia por ser más accesible económicamente, pero también porque su geografía ofrecía esa crudeza natural que buscaba.

La relación con sus actores también fue esencial para construir esa veracidad. Sin tiempo para ensayos formales, Lenkiewicz trabajó desde la confianza y la intuición. “No tuvimos ensayos … pero todos querían estar juntos en este film”, compartió.

Las conversaciones previas con Fiona Shaw, por ejemplo, incluyeron sesiones con una coach de movimiento para ayudarla a encarnar físicamente el dolor de su personaje. “Fiona pensaba que si pudiera visualizar y actuar el dolor, eso le ayudaría psicológicamente a estar libre con el vocabulario”, recordó.

Y esa libertad fue clave. “La clave es ser lo suficientemente abiertos para que los actores hagan lo que hacen”, dijo. El resultado es una película que fluye con la naturalidad de los cuerpos, sin forzarlos a ajustarse a estéticas rígidas o coreografías afectadas.

Hot Milk es una ópera prima en la dirección que, lejos de parecer titubeante, se presenta como una declaración artística firme. Para Rebecca Lenkiewicz, el cine es un espacio donde el arte, el cuerpo y la política se entrelazan con fuerza. La suya no es una película que pretenda complacer: es una película que busca incomodar, confrontar y, sobre todo, conectar con la verdad emocional de sus personajes.

“Si encuentras una verdad dolorosa, no será algo de nicho… viajará por el mundo”, reflexionó. Y en efecto, su película logra justo eso: abrir una herida en pantalla que resuena en espectadores de todos los géneros y latitudes. Porque como ella misma dijo, “todos buscamos ser amados y poder ser amados. Y esos son los desafíos en el mundo moderno”.

Hot Milk
Copyright @ Mubi
Poster Hot Milk
Hot Milk
Género(s)

Drama

Director(es)

Rebecca Lenkiewicz

Reparto

Emma Mackey, Fiona Shaw, Vicky Krieps

Disponible en

Cine

Crítica | Hot Milk

Un drama difícil de dirigir, que invita a la reflexión y la discusión con muchos hilos temáticos que resuenan con fuerza gracias a las actuaciones de sus 3 protagonistas.

Muy buena

3.5