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En un panorama cinematográfico donde predominan las historias de hombres poderosos y guerras épicas, La Arriera irrumpe como una propuesta radicalmente íntima.
Dirigida por Isabel Cristina Fregoso y protagonizada por Andrea Aldana, Luis Vegas y Ale Cosío, esta película no solo nos traslada a un momento específico en la historia rural de México, sino que lo hace desde una perspectiva profundamente emocional, corporal y silenciosa.
La cinta recupera una memoria que ha sido constantemente silenciada: la del deseo femenino, la del amor queer, la del dolor cotidiano en la vida del campo.
“Esta película es como una máquina del tiempo”, dijo Ale Cosío durante la entrevista para Fuera de Foco.
La Arriera: El deseo y lo femenino como acto de resistencia
En el corazón de La Arriera está el personaje de Emilia, una joven que rompe los límites que la época le impone, no a través de grandes gestos heroicos, sino a través de pequeñas y potentes decisiones silenciosas. En palabras de Andrea Aldana: “La vida de Emilia fascina porque ella asume un rol históricamente masculino. Y lo hace desde su intimidad, desde su cuerpo, desde su juventud, desde su deseo”.
La película se basa en una extensa investigación histórica. La directora y guionista trabajó con cartas reales de la época, muchas de ellas pertenecientes a mujeres que hablaban de amor, de engaños, de raptos. Una en particular —que se incluye en el filme— habla del robo de mujeres como parte del cortejo. “Eso ocurría muchísimo”, cuenta Ale. “Había un engaño amoroso en primer término y luego se las robaban. Eso también aborda la película: cómo se entendía el deseo femenino como algo que debía ser controlado o castigado”.
Sin embargo, lo más potente de la cinta no es solo lo que retrata, sino desde dónde lo hace. La historia no se narra desde la lógica de los opresores, sino desde la experiencia emocional de las mujeres y disidencias. Desde sus silencios, su conexión con la tierra, su miedo, su resistencia. Es una forma de reapropiar la historia, de resignificarla desde la sensibilidad.
Una historia queer que florece en el campo
Uno de los aspectos que más ha sorprendido al equipo de la película es la acogida que ha tenido en la comunidad LGBTQIA+, especialmente al ser seleccionada para inaugurar el Festival Mix, uno de los eventos queer más importantes de México.
“Nos sentimos muy orgullosos y orgullosas por eso”, dijo Luis Vegas. “No es el primer trabajo que hago que tiene que ver con el amor desde esta perspectiva humana, pero sí es el primero que logra tocar tan profundamente a la comunidad”.
La representación queer en La Arriera no es decorativa ni se presenta como una “historia aparte”. Al contrario, está integrada a la cotidianidad del campo, del deseo, de los vínculos afectivos.
“Yo también he vivido experiencias personales similares a las del personaje, y me daba miedo que no quedara bien representado, o que pareciera que no correspondía al tono de la película, o a la realidad del pueblo, de las abuelas, del entorno rural, pero el público nos ha demostrado que sí se sintió visto y conmovido”.
Ale Cosío, Fuera de Foco
En salas donde se ha proyectado, han surgido testimonios profundamente emocionales. Luis Vegas contó que después de una función, una señora se le acercó para contarle que la película le recordó a su infancia en Durango, cuando se escondía junto a su hermana en un pasillo entre dos casas para evitar a los hombres que pasaban.
“Fue muy bonito que me lo platicara, porque es cierto. Son cosas que existieron, pero no se nombraban, no se filmaban, no se hablaban”, dice Luis.
Además del guion, mucho del poder emocional de La Arriera se debe a su trabajo actoral. Las actuaciones están guiadas por el silencio, por la observación, por la relación con el entorno.
“A mí me ayudó mucho observar a los animales, cómo se movían, cómo reaccionaban al aire, a la fuerza del río”, explicó Andrea Aldana. “La naturaleza fue mi guía para entender el estado emocional del personaje”.
Luis lo refuerza: “La naturaleza también enloquece, se embravece. Y nosotros, los personajes, teníamos que estar abiertos a eso, a dejarnos afectar”. Esta idea de estar en “estado de alerta” o “estado de disponibilidad” fue lo que construyó la química entre los personajes, sin necesidad de palabras.
La Arriera no solo reconstruye un periodo histórico olvidado, también revive emociones que han sido marginadas. Es un grito desde el silencio. Una película que rescata lo invisible y lo convierte en arte.
