Paciente Z: Una cinta Zombie como jamás se había visto

Platicamos con Lucille Guillaume, actriz de Paciente Z, sobre cómo la cinta de zombis filmada en plano secuencia es revolucionaria.

En un panorama saturado de películas de muertos vivientes, donde el género zombi parece haber alcanzado su punto máximo hace más de una década, aparece Paciente Z, una cinta que aprovecha el plano secuencia para crear una historia de zombies original y con un peso emocional muy grande.

En entrevista exclusiva para Fuera de Foco, Lucille Guillaume, una de las protagonistas del filme, revela las claves detrás de este fenómeno que ya muchos califican como un hito en el cine de género.

Paciente Z

Un plano secuencia que parece imposible

Lo primero que llama la atención de Paciente Z es su apuesta formal: la película entera está rodada como un solo plano secuencia, una hazaña técnica que, lejos de ser un simple truco visual, se convierte en el vehículo perfecto para sumergir al espectador en un caos ininterrumpido.

“Tuvimos solo tres semanas de ensayos, lo cual no es mucho considerando que recorrimos 11 kilómetros e involucra cinco vehículos, incluidas motocicletas. Tres semanas no fueron suficientes.

Para mi, la clave fue aprender a bailar con la cámara con una precisión extrema, para luego dejar mi cuerpo libre y que reaccionara de forma honesta».

Lucille Guillaume, Fuera de Foco

Pero más allá del virtuosismo técnico, el plano secuencia permite algo poco común en el género: una conexión visceral y directa con los personajes. “Aunque el filme está en un solo tiro y te sigue por toda la ciudad, es un filme muy íntimo, muy directo, en el que puedes ver a los zombis y el terror en tu cara”, describió Guillaume.

Paciente Z

Zombis, sí… pero no como los conoces

Desde los primeros minutos, Paciente Z muestra que la amenaza no es un virus clásico ni una maldición inexplicable, sino una sustancia psicoactiva que empuja a los jóvenes a la locura.

“David [Moreau, director] nos dio la indicación de comportarnos como jóvenes, como personas reales de hoy en día, tomamos drogas y empezamos a perder la mente. Sí, nos convertimos en zombis, pero no era la manera en la que queríamos irnos”, explica Lucille.

En lugar de replicar arquetipos gastados, Paciente Z propone una metáfora contemporánea: zombis que no vienen del más allá, sino del colapso mental y social de una generación rota. “Intentamos ser solo jóvenes que se vuelven locos por consumir sustancias, es mucho más que una historia de zombis”, afirma la actriz.

El trabajo de Lucille entrega a un personaje complejo, desesperado, cuyo descenso se siente tanto física como emocionalmente. “Intentaba hacer lo mejor en cada escena. En moto, persecuciones o forcejeos, mi meta era balancear todo eso con la desesperación y la pérdida de identidad que sufre mi personaje».

“No quería ser hermosa, quería ser asustada, quería ser triste, quería sentirme en ese espacio mental tan frenético.

Y eso sí tomó mucho de mi, después de cada día escuchaba música clásica: ópera, Beethoven. Quería entender el rol y entregarlo todo, pero ahora sí estoy feliz de dejarlo ir y comenzar a recuperarme emocionalmente».

Lucille Guillaume, Fuera de Foco

Una de las razones por las que Paciente Z se siente tan diferente es la atención puesta en sus personajes. Julia, el papel de Lucille, no fue concebida como una heroína típica.

La actriz ayudó a moldearla desde su propia experiencia. “Julia es alguien fuerte porque tiene responsabilidades, como su madre, que está enferma. En el primer guion la madre no estaba enferma. Eso es algo de mi vida”, reveló.

Esa profundidad se extiende al elenco completo. Lucille cuenta que vivieron juntos por un mes antes de la filmación: “Nos despertábamos a la misma hora, desayunábamos juntos, nos estresábamos juntos… Fueron unos días de grabación, pero fue un mes de trabajar cada día y tener miedo. Nos confiamos en los demás”.

Paciente Z

Una recepción inesperada y multicultural

Lo más sorprendente para la actriz ha sido cómo diferentes culturas recibieron la película. “Me sorprendió la risa. Hay mucha gente riendo durante el filme y no es cada vez en el mismo momento”, comenta.

En España, por ejemplo, las escenas del elevador generaban carcajadas. En Francia, puro terror. Para ella, esa diversidad cultural confirma que el filme es “un OVNI”.

Ese carácter inclasificable ha sido clave en su éxito. Ya ha aparecido dos veces en el New York Times y, según Lucille, es solo el comienzo: “Estoy emocionada por verlo en México, emocionada por verlo en Francia… pero también muy orgullosa de cómo lo recibió Estados Unidos”.

Paciente Z no solo revitaliza el género, lo redefine. Con su enfoque en el deterioro mental, la despersonalización causada por las drogas, la angustia generacional y una realización impecable, se convierte en una película de zombis que no busca asustarte con sustos baratos, sino que te deja pensando en la humanidad que perdemos día con día.

Lucille Guillaume lo resume así: “Hoy estoy orgullosa de ello. Y creo que hicimos algo realmente genial”. Y no se equivoca. Paciente Z es más que una película. Es un espejo distorsionado de nuestro presente.

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