Es difícil hablar de una película como Yo Vi Tres Luces Negras. En un sentido, trata sobre José (Jesús María Mina), un místico curandero que, seguro de que su vida está por terminar, decide viajar por la selva del litoral Pacífico en Colombia.
José viaja después de que su hijo, Pium Pium, desaparecido a raíz de la ola de violencia que azota al país, se presenta en visiones que anuncian su muerte.
Pero su viaje no sólo es un drama. A través de su historia, el cineasta Santiago Lozano Álvarez explora las grandes problemáticas que atraviesa toda Latinoamérica.
En Fuera de Foco, tuvimos la oportunidad de hablar con Lozano sobre los temas de Yo Vi Tres Luces Negras.

Una película de protesta diferente
En entrevista, Lozano describió Yo Vi Tres Luces Negras como “un concepto de sentir-pensar a través del cine”.
Y es que la historia de José no tiene un rumbo fijo, un objetivo claro ni un problema que tenga que resolver durante los 97 minutos de duración. Su travesía parece atemporal, reflejando así de cierta manera el paso de la historia en Colombia.
José entonces se enfrenta al crimen organizado, a la precarización laboral, a buscadores de oro y empresarios rapaces que destruyen la selva.
Para ellos, José es una figura incómoda: él recuerda el pasado y las tradiciones, él es el símbolo de una cultura que parece perdida entre el capitalismo y la violencia.
No importa que en su último viaje él sólo busque un buen lugar para morir, su mera existencia ya es revolucionaria y por eso su vida peligra a cada paso del camino.
Pero como nos comentó en entrevista, Yo Vi Tres Luces Negras aboga primero por crear sentimientos y reacciones en la audiencia.
Para el cineasta, lo más importante era crear una experiencia cinematográfica, con el objetivo de promover la empatía más instintiva de la audiencia.
«Era una película que no debía ser dirigida al intelecto de los espectadores, sino más bien al uso del lenguaje cinematográfico para explotar el lado sensorial y de experiencia.
Pero sí hay mucha investigación detrás: y si fue muy fuerte ver a la espiritualidad, la ancestralidad, la memoria, como formas de protesta”.
Santiago Lozano Álvarez, Fuera de Foco
Para Lozano, con Yo Vi Tres Luces Negras, “yo tenía la intención de representar lo local, lo íntimo, para abogar por lo universal”.

Una Cinta Difícil de Lograr
Yo Vi Tres Luces Negras es una experiencia inmersiva como pocas. “La selva es un personaje por sí mismo” nos explicó Lozano.
Y es que la película se esmera por mostrar cómo es el impacto de la humanidad en la naturaleza. Los grupos criminales, con sus asentamientos incógnitos sólo auguran muerte, las excavadoras destruyen la tierra y la mueven, encontrando vestigios de los horrores que ha dejado a su paso la humanidad.
Y para Lozano, fue un gran reto “encontrar el balance entre lo sensorial y la naturaleza, porque era importante que la audiencia entendiera y sintiera el tono, porque si no conectan, entonces los elementos no encajan”.
José lanza fuertes discursos sobre el derecho a vivir, el derecho a recordar, el derecho a mantener las tradiciones vivas.
Y en un mundo donde se le pone más énfasis y atención a la racionalidad y las discusiones, Yo Vi Tres Luces Negras aboga primero por la empatía natural del ser humano, para que después el cerebro vaya escudriñando el monumental trabajo de investigación y representación histórica que ofrece.
