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Aunque dijo que el cine mexicano “está muy vivo” expresó también sus preocupaciones sobre el estado de la industria y la forma en la que las nuevas generaciones ven y entienden el cine.
Alexander Payne, durante su visita al Festival Internacional de Morelia, alabó al cine mexicano y contó sus inspiraciones cinematográficas de América Latina.
Una de las producciones que espera con más ansias es Pedro Páramo, del cineasta Rodrigo Prieto.
Entre los invitados especiales del Festival Internacional de Cine de Morelia 2024 se encuentra Alexander Payne, quien es parte del jurado de Largometraje Mexicano junto a la actriz Liv Tyler y el también director Ira Sachs. Payne, además, recibió en una emotiva ceremonia la Medalla de la Filmoteca de la UNAM por su reconocida trayectoria y compartió el lunes una divertida clase magistral donde habló de su cinefilia, su compromiso con el humor y su pasión por América Latina.
Desde el principio, Payne encantó a los asistentes al Teatro José Rubén Romero hablando un fluido español, lo que generó una conexión que el público agradeció con una dedicada atención a las palabras del cineasta estadounidense y con sonoras carcajadas ante los constantes chistes que le dieron rumbo a la conversación.
Una de las cosas que más destacaron de su conversación magistral, fue su opinión sobre el futuro de la industria mexicana y sus preocupaciones más grandes sobre el cine internacional.
Alexander Payne cree que el cine mexicano tiene mucho futuro
El director de cintas entrañables como Nebraska (2013) y The Holdovers (2023) habló de su creciente interés por el cine mexicano de los años 40 y 50, especialmente después de haber presentado el pasado septiembre en Film Streams, una organización sin fines de lucro en su natal Omaha de la cual es cofundador, un pequeño ciclo de películas de Roberto Gavaldón y Julio Bracho.
Es bien sabido que Payne es un cinéfilo ávido e incansable. En la clase magistral continuamente enfatizó el poder que tiene la imagen en movimiento para divertir y conmover y al mismo tiempo construir un espejo en donde la humanidad pueda encontrarse. En ese cruce de arte y entretenimiento, señaló Payne, la comedia y el humor son fundamentales: “La vida no es de una sola tonalidad y el cine tampoco debe serlo”, aclaró para remarcar la importancia de encontrar y construir películas con elementos de drama, tragedia, pero sin olvidar nunca los chistes y el humor: “Me gusta que la gente se ría con mis películas. Es una forma de cariño”.
Hacia el final de la charla magistral, Payne fue interrogado sobre la actualidad del cine mexicano, especialmente acerca de lo que había podido ver en el Festival, a lo que respondió con ingenio: “Tengo que decirles que el paciente está vivo, muy vivo”. Sin embargo, también fue elocuente al hablar del problema de las adaptaciones literarias, a propósito del estreno de Pedro Páramo del mexicano Rodrigo Prieto.
“Una excelente obra literaria es infinita. No deberíamos volverla finita llevándola a la pantalla. Por eso no me interesa para nada ver la serie de Cien años de soledad, porque la novela de García Márquez sólo puede existir en las palabras y en lo que cada lector interpreta de ella.
A Rodrigo Prieto lo admiro mucho, por eso Pedro Páramo la veré con mucho cuidado”.
Alexander Payne, FICM
Alexander Payne explicó su filosofía como director
Cuando le preguntaron sobre las razones por las que había decidido hablar español, Payne contó cómo desde el bachillerato mostró interés por los idiomas y se había comprometido consigo mismo a aprender español. Por razones de su investigación y también personales, Payne vivió bastante tiempo en Medellín, Colombia, desde donde se acercó mucho más a la cultura y a la literatura hispanoamericana.
“Uno de mis primeros trabajos es una adaptación de El túnel, la novela del escritor argentino Ernesto Sábato, sólo que yo decidí contarla con mucho más humor” explicó Payne refiriéndose concretamente a la película The Passion of Martin (1991) y a la influencia que sus años en América Latina han tenido en su obra. Después añadió: “De hecho, actualmente estoy preparando otra adaptación de una obra literaria argentina, ahora del cuento de Julio Cortázar ‘Final del juego’” dijo Alexander Payne.
Asimismo, Payne expresó un cierto desencanto ante las nuevas formas de consumo cinematográfico, como ver películas en la computadora o en el celular: “¿Qué apareció después de que Nietzsche declarara la muerte de dios en 1880? El cine. La sala de cine remplazó a las iglesias. En el cine asistimos a una experiencia transformadora que siempre ocurre en colectivo”. Con esta declaración, Payne aprovechó para hablar de la necesidad siempre urgente de formar audiencias: “No soy historiador, ni educador, pero estoy convencido de que en la educación básico deberíamos estar enseñando a las niñas y a los niños no sólo a leer, sino también a que aprendan cómo ver películas”, aseguró Alexander Payne.
El cine que le importa a Payne es el que se aleja de las fórmulas industriales: “No me gustan las películas que únicamente le dicen a sus espectadores ‘Quiero tu dinero’”, comentó con tono bromista en alusión también a las polémicas que ha habido en torno a las declaraciones de cineastas como Martin Scorsese sobre las películas de Marvel.
Entre aplausos, risas y gritos de alegría y reconocimiento, Payne fue despedido de la que sin duda será recordada como una de las clases magistrales más entretenidas de la historia del FICM.