Drew Barrymore, una de las sweethearts de Hollywood y cuyo carisma no se disipa con los años, está de regreso para la Temporada 3 de Santa Clarita Diet. Esta serie de comedia-zombie de Netflix realmente es una bocanada de aire fresco en este mundo caótico que vivimos.
Justamente caos es lo que rodea siempre a la familia Hammond, con un Joel (Timothy Olyphant) siempre al borde de una crisis nerviosa, pero manteniéndose como el esposo comprensible, atento y cariñoso que cualquier mujer desearía tener.
Lo mismo puede decirse sobre Sheila (Barrymore), quien además de ser una esposa cuyo principal impulso es conservar la «cordura» en su familia, tiene la entereza suficiente para tomar decisiones de forma independiente y buscar su «misión de vida».
¿Será acaso que su «poder» le fue dado para hacer el bien en el mundo? La respuesta a esa pregunta irá madurando a lo largo de esta temporada hasta desembocar en un momento lleno de emotividad.
Entre divinidad y mitología serbia
En el final de la Temporada 2 habíamos visto cómo Anne, la policía, se había convencido de que Sheila era una enviada divina con la tarea de eliminar a la gente mala. Así comienza esta nueva tanda de episodios: con el matrimonio Hammond tratando de mantener cerca a Anne, pero al mismo tiempo evitando que se entrometa demasiado. Con este giro, la religión ha entrado al suburbio californiano.
Además, hay que enfrentar un nuevo reto: los Caballeros de Serbia, una orden mitológica que desde tiempos ancestrales se encarga de cazar a los «No Muertos» (zombies es una palabra ofensiva, recuerden).
Otro tema que ocupa buena parte de la trama en estos 10 capítulos, es la investigación de las autoridades por la explosión en el sitio del fracking. Abby y un divertidísimo Eric planearán todo tipo de argucias para que no los descubran. Resulta lindo ver la química entre estos dos amigos que se quieren, pero todavía no saben qué tanto.
Como cereza en el pastel, hay un grupo de serbios que buscan a toda costa a los «No Muertos» en Santa Clarita. Los motivos se desconocen, pero no tienen pinta de ser buenos.
Bromas sangrientas
La frescura que tiene Santa Clarita Diet está intacta, así como un brazo recién cortado que hace que la sangre salga a presión. Sí, realmente el gore ahí está, aunque ahora se han ahorrado algunos baldes. Eso, o a estas alturas ya me acostumbré al baño de tripas.
Súmenle a eso una cabeza putrefacta que habla (Gary), muchos más «No Muertos» que se agregan al casting, cadáveres cuyos gases los hacen explotar, «albóndigas» con patas, y armas medievales. Todo produce un coctel de gore mezclado perfectamente con una comedia puntual, inteligente, sarcástica y con el toque de humor negro que tanto nos gusta.
Hay momentos en que me reí bastante, aunque un par de segundos después del chiste por lo inesperados y abruptos que pueden resultar. El balance que hay entre lo cómico, lo «serio» y lo sentimental es una de los puntos más altos de esta serie.
Inmortalidad y aceptación
Cualquier comedia sin elementos de cohesión dramática no funciona bien. Santa Clarita Diet siempre ha tenido esos mensajes intrínsecos que a primera vista no se hacen notar tanto, por tantas bromas rápidas y situaciones absurdas o delirantes, pero en su núcleo posee mucho corazón.
La mejor explicación de esto ocurre con el tema de la «inmortalidad«. Al ser una «No Muerta», Sheila vivirá por siempre. Eso significa que Joel, la persona que más ama en el mundo, lo mismo que su hija, no podrán estar con ella por siempre…, a menos que les transfiera sus poderes con una mordedura.
Aquí se refleja la inteligencia de guión y los diálogos que hay en esta producción original de Netflix. Hay momentos en que éstos discuten como pareja madura sobre este asunto; Joel duda si es realmente lo que quiere, especialmente por ese detallito de comer a otros humanos.
Otro punto de inflexión es la relación padres e hija. Abby, aunque tiene el temple de una guerrera y actitudes de mujer mayor, no deja de ser una adolescente. Por más que se esmera en ayudar a sus padres, éstos buscan que no se acerque tanto para protegerla, mas no se dan cuenta de que ello puede resultar contraproducente.
Querer es aceptar que los hijos crecen, a final de cuentas.
Veredicto
Entre la forma de hablar de Ron, los nervios encantadores de Eric, la boca ingeniosa de Abby y, por supuesto, la química impresionante de Sheila y Joel; puedo asegurarles que si buscan una comedia que los haga sentir bien (a menos que les dé mucho asco el gore), en Santa Clarita Diet tienen una de las mejores opciones.