Todos conocemos a Vincent Van Gogh, y Julian Schnabel, director de esta película, lo sabe. Por eso, en pantalla nos presentará algunas de las obras más conocidas del pintor neerlandés. Sin embargo, como parte de su propuesta, En la Puerta de la Eternidad también nos invita a conocer cómo es que el pintor vivía su arte.
El mundo a través de los ojos de Van Gogh
En la Puerta de la Eternidad nos cuenta sobre los últimos años en la vida de Vincent. Podemos ver desde su estancia en Arlés, al sur de Francia; su paso por un sanatorio en Saint-Rémy-de-Provence; para terminar en Auvers-sur-Oise, una localidad cercana a París.
Conocemos la importancia que estos lugares tuvieron en su vida, pero no siempre se profundiza en dichas anécdotas. De hecho, uno como espectador tiene que intuir varias cosas: Pues la intención de esta cinta claramente no es relatarnos la vida del artista, sino darnos una idea de la alegría que despertaba en él pintar.
La fotografía, aunque sencilla en su técnica, es importante para lo que el director quiere mostrar. Sobre todo cuando la cámara se convierte en los ojos de Vincent: la mitad de la pantalla se vuelve borrosa, pero la intensidad de los colores sigue ahí.
Cuando después le vemos pintar esas formas raras llenas de colores vibrantes, entendemos de dónde viene su percepción de eso que lo rodea. Y al mismo tiempo, su frustración ante una sociedad que aún no estaba lista para el genio que tenían entre ellos.
Spoiler alert: al final se muere
No puedo hablar de esta cinta sin mencionar las actuaciones. Rupert Friend como Theo, el hermano de Vincent; Oscar Isaac como Paul Gauguin, Mads Mikkelsen como un cura, y Mathieu Amalric como el Dr. Paul Gachet. Aunque la mayoría tiene poco tiempo en pantalla, ninguno pasa desapercibido y nutren la historia con su aportación a ella.
Quien destaca obviamente es Willem Dafoe. Nos entrega un Van Gogh tanto apasionado por pintar, como frágil al ser consciente de su salud mental. Sus cambios de humor son constantes, pero le crees en cada uno de ellos. Y es un deleite verlo pintar, porque es notorio el gozo en cada pincelada que da; no obstante, también vemos el dolor por la poca recepción que tienen esos cuadros.
Si bien agradezco que esta cinta nos muestre a detalle varias obras conocidas del pintor, no puedo dejar pasar la falta de la más conocida de todas: La noche estrellada. Entiendo que quizás el director se quiso salir de lo convencional, pero hubiera sido una gran experiencia ver la concepción de esta obra.
Asimismo, su estadía en el sanatorio es poco explorada. Si fue algo tan importante en su vida como para que pintara su obra más popular, seguro es una experiencia de la que podrían sacarse varios momentos interesantes, aún sin explotar la mencionada pintura.
En la Puerta de la Eternidad tiene una narrativa con la que es difícil conectar, además de que carece de un clímax. Cuando menos lo esperas, estás presenciado el funeral del protagonista.
Entiendo las ganas de querer contar una versión diferente de una historia ya conocida, pero esta cinta destaca por las interpretaciones, no por lo que nos cuenta con ellas. Ver a Dafoe vale la pena, pero no esperen aprender algo que no puedan leer en Wikipedia.