“El hijo se convertirá en padre y el padre, en hijo. Éste es mi legado, todo lo que puedo darte, Kal-el.”
Un adiós que se convirtió en el «Hola» de una leyenda.
Hace 41 años la adaptación del cómic de superhéroes seguía estancado en una que otra serie de televisión. Fue entonces que Superman: La Película (Richard Donner, 1978), llegó a la pantalla grande para engendrar un género cinematográfico que ha llegado hasta nuestros días.
Fue el 15 de diciembre de 1978 cuando no sólo los niños, sino adultos de todo el mundo creyeron que un hombre podía volar.
Ahora que Cinemex trae de vuelta a las salas mexicanas la primera película de superhéroes, es buen momento para ponerse nostálgico…
Un prólogo de media hora nos presenta al padre del protagonista, Jor-El, un reconocido científico habitante del planeta Krypton que envía a prisión a tres criminales: El general Zod, Non y Ursa. Entre juramentos de venganza y la poca credibilidad de un consejo de viejitos respecto a la inminente destrucción del planeta, llega la escena. Sí: una de las más clásicas de esta industria. Jor-El y su esposa Lara deciden enviar a su hijo a la tierra en una nave prototipo. Deciden salvarle la vida, antes del fin de su mundo.
¿Quién es Superman?
Sí. Es una pregunta retórica. Y es que hoy en día el mundo entero conoce al niño enviado a la tierra desde el planeta Krypton. Quizás la pregunta correcta sería…
¿Qué es Superman?
Y la respuestas serían muchas, pero una de ellas seguramente dictaría: “Estados Unidos”.
Así como la Mujer Maravilla y otros superhéroes, los colores del traje de Superman refieren a la bandera de Estados Unidos. ¡Esto del país que se auto-venera como salvador del mundo en los productos narrativos tiene ya bastante tiempo! Lo que vemos en Superman, y lo que una vez fue usado como una excelente arma propagandística, se impregna en esta cinta con una esencia diferente.
La figura del salvador en su estado más puro, que pone en pugna la parte humana contra lo sobrehumano y la necesidad de ser salvados y perdonados (a pesar de nuestra naturaleza), es reflejada en esta cinta. No sólo refiere a Estados Unidos sino a la humanidad entera.
A esto hay que sumar la delicada actuación de un nuevo rostro en el cine, uno que nació para ser Superman: la tímida persona y su invencible alter-ego (la más pura figura del superhéroe con doble vida).
Creerás que un hombre puede volar…
Éste fue el slogan de la publicidad. Y sí, lo lograron.
Un desarrollo lento por medio de un prólogo de treinta minutos que no aborda al personaje principal es algo que uno no encuentra muy a menudo. Si bien esto puede provocar pérdida de interés (cosa que atribuyo a lo acostumbrados que estamos al cine hollywoodense), siempre es una delicia cuando se toman el tiempo de presentarte el contexto de la historia poco a poco. Ahondando en su origen, uno empatiza más profundamente con el personaje.
La estructura clásica desarrollada en tres actos y cuadros excesivamente planeados, en conjunto con una banda sonora que acierta, es la fórmula de una estética cautivadora. Superman puede no ser ahora lo mejor en efectos especiales, pero tiene algo de lo que últimamente el cine carece….: alma. Una mirada atrás es, a veces, lo único que necesitamos para revalorar los recursos simples.